Capítulo 12.

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La falta de oxígeno iba a matarlos

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La falta de oxígeno iba a matarlos.

Estaban hundidos en el frenesí de un acto malditamente esperado por ambos, resguardados por la sombra de la noche y derritiéndose ante la incandescencia corporal que se desató sin piedad.

Los labios del omega eran suaves, se ajustaban perfectamente a los del alfa y se movían a un compás lento, tomándose el tiempo necesario para explorar cada milímetro de sus bocas, sin barreras y con las pulsaciones aumentando crónicamente a cada segundo que transcurría.

Chan acorraló a Felix en contra del muro de ladrillo, clavándole sus yemas de los dedos en los huesos de la cadera y se deleitó con los jadeos intermitentes que pudo arrebatarle.

Lo sintió tiritar entre sus brazos, percibió como le apretó los bíceps con ahínco y finalmente lo desmoronó al morderle los labios, vencido por la enloquecedora circunstancia.

Tuvieron que separarse forzadamente, rompiendo la fervorosa unión y recuperaron un poco del aliento que perdieron en el fuego de aquel beso que les nubló la mente.

Se miraron con una chispa de ambición voraz.

—¿Sabes cuántas veces me imaginé esto? —La voz del castaño se tornó opaca—. No tienes ni la más mínima idea...

Felix tembló de pies a cabeza, su lobo se descontroló.

No dio crédito a lo escuchado y mucho menos logró concebir el desastroso estado en el que se encontraba.

Su cuerpo tuvo una reacción que se salió de lo conocido por su propio organismo y la vergüenza lo domó, haciendo que apretara los muslos. Intentó no ser tan obvio e imploró que la nimia humedad en su ropa interior no se filtrara también por sus pantalones.

Que horror.

Sus mejillas parecían dos tomates, los mechones de su frente estaban enredados y su aroma se acentuó, creando una bruma dulzona y fresca que podría poner de rodillas a cualquier alfa que tuviese el placer de olisquear.

Sin embargo, el único que tenía el poder de embriagarse con la deliciosa esencia, era Chan.

Y en efecto, luchaba por no rebasar el margen preestablecido, ya que su alfa también estaba volviéndose loco.

Era algo simplemente extraordinario.

—Eres el omega más bonito del mundo... —susurró, sobre la boca entreabierta del aludido—. Me cuesta creer que exista un ser tan precioso como tú.

Felix negó suave, poniendo sus manos sobre el pecho del castaño.

—Cuida lo que dices, por favor.

—¿Por qué? —preguntó, frotando cohibidamente sus narices—. ¿Te incomoda? Dime, no quiero causarte ninguna molestia.

—No es eso, es... —Pausó un instante. El tono empleado se acercó a lo temeroso—. Respóndeme una cosa, ¿sí?

The pretty artist ♡ chanlixDonde viven las historias. Descúbrelo ahora