Felix se movía igual a un torbellino por su dormitorio, sacudiendo el polvo de las repisas, limpiando su escritorio y acomodando la ropa que lavó el día anterior, con una canción sonando en su reproductor a un volumen moderado.
Tenía una pañoleta amarrada a la cabeza y vestía su mejor atuendo para hacer el aseo: un short deportivo de algodón junto a una camiseta holgada sin mangas, bastante cómodo.
Eran las once de la mañana con tres minutos y estaba a punto de terminar con su aseo general de todos los domingos, cuando la cabeza del supervisor de piso se asomó por el marco de la puerta abierta.
—¿Lee? —Lo llamó, parándose en el umbral—. ¿Estás ocupado?
Giró hacia el beta que se encargaba del control en la planta baja y se rió simplón al ver su típica mueca de aversión.
—¡Hola, Renjun! —vitoreó, zarandeando el plumero—. Un poco, ¿necesitas algo?
—No, solo vine a decirte que te buscan.
—¿Quién? —Plegó su frente al indagar y con su celular, apagó la música—. No espero a nadie aún, solo hasta las doce.
Renjun se encogió de hombros, dando un par de pasos a la derecha y expuso a la visita madrugadora.
Su mandíbula cayó y pestañeó atolondrado cuando reparó la silueta de ese muchacho con el que tenía pactada una cita al mediodía.
Chan hizo aparición en la entrada de la habitación, sujetando una bolsa de papel con un brazo y levantó una palma para saludar con una seña amistosa, al tiempo que apretaba los labios en una sonrisita.
Los orbes le resplandecieron con ilusión, no le importó botar el artículo de limpieza al suelo y se aproximó como una centella al acceso.
—¡Chan, que gusto!
Poco le importó que arribara con una hora de anticipación, ni siquiera le causó relevancia.
Su emoción era infinita.
—Hola, Felix —El alfa lucía apenado por su exceso de puntualidad—. ¿No te interrumpo?
—Para nada —Sacudió la mano, restándole importancia—. Adelante, vamos.
Tras la indicación, se ayudó del lenguaje corporal para invitarlo a pasar, simulando ser el mejor anfitrión y derrochó una sonrisa exuberante, al escucharlo reír debido a su teatralidad.
Los bordes en los ojos de Chan se arrugaron, le agradeció al prefecto la atención brindada y entró a la habitación, internándose a través de la loseta cerámica y notando de primera instancia que el orden era primordial dentro de esas cuatro paredes.
—Lee, puerta abierta —Renjun dio la última pauta—. Recuérdalo.
—Lo sé, gracias por escoltarlo, nos vemos en un rato —resolvió, con un pulgar arriba.
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The pretty artist ♡ chanlix
FanficFelix tenía un pequeño (gran) crush con Chan desde los quince años. La realidad, era que el omega se convertía en un manojo de nervios cuando estaba frente al alfa, dejando de ser aquel extrovertido y parlanchín muchacho. Su paz interior se alteraba...