11| Premio Nobel al padre del año

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Bien, al fin llega el viernes

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Bien, al fin llega el viernes. Ya estoy harto de toda esta idiotez de tener que estar en el instituto y eso que apenas comienza. Tomo mi mochila para salir de casa y llegar caminando. Pero la tía Fran me detiene.

Estas últimas semanas fueron de lo peor. Por culpa del imbécil de Marco todo se fue a la mierda; el tarado no se pone de acuerdo ni siquiera para inventar algo convincente sobre los moretones que tenía en la cara, y luego estaba yo con mi labio partido y demás.

Es obvio que al llegar de Italia eso fue lo primero que notó, y luego también la falsedad de la "amigable relación" que Marco y yo tenemos.



—¡¿Qué mierda ocurrió?! —dijo ella en italiano, tomando entre sus manos la cara de Marco con preocupación.

—No es nada mamá —contestó él, tratando de zafarse de su agarre.

—¡No me mientas! —entonces dirigió su mirada hacia mí y soltó al rizado—. ¡¿Qué pasó, Luka?!

Tomé aire e intercalé la mirada entre ella y Marco. Lo primero que se me vino a la mente fue lo que solté.

—Marco... Él... Él tuvo una pelea con unos chicos de la cancha, pero por suerte estuve ahí para defenderlo, de no ser así... ya viste como quedó su cara, hubiera sido peor.

Marco frunció el ceño, estaba de brazos cruzados y con la mandíbula tensa.

—¿En serio? ¿fue eso tesoro? —le preguntó ella a mi primo.

—Obvio que fue eso, tía. Confía en mí, siempre lo cuido —interferí, antes de que Marco arruinara todo.

—Claro, porque eres un amor de persona —dijo él en tono sarcástico.

Le lancé una mirada de advertencia. Si él arruinaba esto nos castigarían a ambos. Pero como siempre, el muy tarado no conectó dos neuronas.

—Es que esos no eran tus verdaderos amigos. ¿Sabes qué? Ya no quiero que vayas a esa cancha —le pidió ella—. Gracias Lukita, gracias por siempre preocuparte por tu primito.

Y como si eso hubiera sido el detonante de la bomba, Marco explotó.

—¡Al menos si vas a inventar algo, trata de no involucrar a mis amigos! ¡Eres un hijo de puta! ¡Un mentiroso! ¡Aprovechas cada maldita oportunidad para quedar bien con la gente!

—¡Marco! ¡Ojo con el lenguaje! —lo regañó mi tía.

—¡¿Es que no te das cuenta?! ¡Te está mintiendo en la cara!

—¡¿Puedes cerrar la boca aunque sea un puto segundo?! —pregunté, mi voz teñida de rabia—. ¡Si quieres que diga la verdad te hundo hasta lo más profundo, Marco!

—¡Me importa tres carajos! ¡No voy a dejar que dejes como los malos de la historia a mis amigos!

—¡¿Entonces prefieres que le diga que trataste de abusar de una chica que estaba ebria?! ¡¿O que por idiota que eres organízate una fiesta?!

Qué Asco El AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora