CAPITULO 7

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La pista se extendía bajo el radiante sol, marcando el escenario de una carrera crucial para Max Verstappen. Su monoplaza rugía con determinación mientras Max se enfrentaba a curvas desafiantes y rectas implacables. Cada adelantamiento y maniobra estratégica resonaban en la competición, pero a pesar de su esfuerzo, el resultado no era el esperado.

Al final de la carrera, con la bandera a cuadros ondeando, Max cruzó la línea de meta con una mezcla de frustración y agotamiento. Sin embargo, su desánimo se vio eclipsado por la presencia imponente de su padre, Josh Verstappen, quien no ocultaba su descontento. La tensión en el aire era palpable mientras Josh regañaba a Max con exigencias de más esfuerzo y resultados.

— ¡Max, esto no es suficiente! ¡Esperaba más de ti! —gritó Josh, su voz retumbando en el paddock.

Max, con la mirada baja, asintió en silencio, sintiendo el peso de las expectativas familiares. La regañina de su padre resonó en su mente, marcando un nuevo desafío en su camino hacia la excelencia en la pista.

Mientras tanto, en el mundo de Tommy, la escena en la pista era ajena. Concentrado en su trabajo en Ferrari, se sumergía en tareas relacionadas con finanzas y estrategias, sin percatarse de la tormenta emocional que se desataba en el paddock de Red Bull. La cotidianidad en Ferrari le exigía un enfoque total en su labor, al margen de los vaivenes de la vida de Max.

En un rincón del paddock, Max intentaba asimilar las demandas de su padre, preguntándose si su esfuerzo alguna vez sería suficiente. La presión pesaba sobre sus hombros, pero en medio de la tormenta, Tommy continuaba sumido en su trabajo en Ferrari, ajeno a las tensiones que rodeaban a su amigo.

Este capítulo marcaba un punto crucial en la historia de Max y Tommy, donde los desafíos en la pista y las expectativas familiares amenazaban con cambiar el rumbo de sus vidas. Mientras uno enfrentaba el escrutinio de su padre, el otro se sumergía en la rutina diaria en Ferrari, ajeno a la tormenta que se avecinaba en el horizonte de la competición.

Tommy, ajeno a las tensiones en el box de Red Bull, decidió buscar a Max para compartir un momento de amistad después de la carrera. Al adentrarse en el box, notó una puerta entreabierta y un susurro tenue que provenía de dentro. Al abrir la puerta del baño, se encontró con Max, de rodillas y lágrimas resbalando por su rostro.

— Max, ¿qué sucede? —preguntó Tommy con preocupación, arrodillándose a su lado.

Max, al ver a Tommy, no pudo contener el torrente emocional y se dejó llevar por las lágrimas. Tommy, sin dudar, sacó un pañuelo y comenzó a secar sus lágrimas, mientras sus labios depositaban besitos suaves en cada rastro salado que caía por el perfecto rostro de Max.

— No te merezco, Tommy. No deberías tener que verme así —susurró Max entre sollozos, su voz quebrándose.

Tommy, con calma y ternura, levantó la mirada de Max, sosteniéndole la mirada con firmeza.

— Max, todos pasamos por momentos difíciles. Estoy aquí para ti, no importa lo que estés enfrentando —afirmó Tommy, sus ojos expresando comprensión y apoyo.

El baño se llenó con la serenidad de las palabras de Tommy y el sonido suave del pañuelo secando las lágrimas de Max. En ese instante íntimo, la conexión entre ellos se fortaleció, demostrando que la amistad y el apoyo mutuo eran fundamentales incluso en los momentos más difíciles.

El gesto de Tommy, limpiando las lágrimas de Max y dejando besitos en su rostro, se convirtió en un bálsamo para el alma herida de Max. En ese pequeño rincón del box de Red Bull, la fortaleza de su amistad se reveló como un faro de consuelo en medio de la tormenta emocional que los rodeaba.

En los días que siguieron, Max se encontraba atrapado en un torbellino de pensamientos centrados en Tommy. El recuerdo de su rostro, la ternura de sus gestos y la calidez de su apoyo ocupaban constantemente su mente. Cada curva de la pista evocaba la imagen de los ojos de Tommy, y cada victoria o derrota estaba entrelazada con la presencia reconfortante de su amigo.

Max, en la soledad de la noche, se sumergía en la contemplación de esos momentos compartidos. La sonrisa de Tommy se convertía en un faro luminoso en la oscuridad de sus pensamientos. Cada palabra de aliento que Tommy le brindó se repetía como un eco suave, tranquilizándolo en los momentos de duda.

Los detalles más simples de Tommy ocupaban un espacio privilegiado en la mente de Max: la textura de su piel, el tono de su voz, la suavidad de sus labios. Cada encuentro casual se volvía un evento significativo, y la simple presencia de Tommy en su vida se convertía en un faro que iluminaba su día.

Max se sorprendía a sí mismo, reconociendo que ese hermoso chico lo tenía completamente cautivado. La realidad de sus sentimientos se volvía innegable, y Max se encontraba explorando territorios emocionales hasta entonces desconocidos. La incertidumbre de la competición quedaba eclipsada por la fascinación que Tommy ejercía sobre él, creando un universo paralelo donde la amistad se mezclaba con la posibilidad de algo más.

En medio de las carreras y los desafíos, el pensamiento constante en Tommy se convertía en el impulso que le daba fuerzas a Max. En su corazón, sabía que algo había cambiado, que la presencia de Tommy no solo era un apoyo en la pista, sino un anclaje emocional que le daba significado a cada giro de su vida.

Carreras Cruzadas ( Max Verstappen x Male Oc)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora