Un pinchazo me hizo volver en sí después de la caída. Zheng me tendió su mano para levantarme, la cual acepté sin dudarlo. Regí mi espalda y escuché un crujido entre la hierba alta a centímetros de nosotros. Zheng se adentró entre los hierbajos y salió con un pequeño animal entre sus manos. Los amarillentos ojos del pequeño lo delataban al segundo. No podía quitar mis ojos de ese dichoso gato.
—¿Estás bien? Parece que se te abalanzó, quizá sea porque le caes bien —sostuvo al animal como si fuese un recién nacido.
—O quizá me quiere muerta —respondí.
—Yuna es inofensiva. Aunque será mejor que la dejemos fuera, Daphne es alérgica a los gatos —dejó a la felina en el suelo con delicadeza.
Aunque aún estaba resentida con Yuna, la acaricié antes de dirigirme hacia el interior de la vivienda. Cuando estaba a punto de atravesar la entrada, me giré para observar el jardín en su totalidad. Era hermoso, colorido y cálido. Sin embargo, ya no había rastro de la gata.
—Siéntete como en casa —dejó su chaqueta en un colgador y me señaló el sofá—. Puedes sentarte ahí de momento. Y no te preocupes: No te dejaré sola mucho tiempo, sé que me echarás de menos si lo hago.
Seguí sus instrucciones y me apoyé sobre el espacioso sofá. Su casa tenía un toque moderno, sin llegar a ser excesivo. También estaba muy ordenada.
—Mira que eres bobo... —acomodé un cojín—. ¿Y vuestros padres?
—Normalmente no están en casa, tienen negocios en el extrangero. Pero está bien, vienen intermitentemente en días especiales —paró en seco—. Un momento, voy a buscar a Daphne.
Zheng dio unos pasos hacia atrás y subió al piso de arriba. Ojeé un poco la sala, no había mucho que hacer. La televisión estaba encendida, un documental se mostraba en ella. Era sobre jardinería y flores, enseñaba paso a paso cómo cuidar tus malezas y plantitas desde cero. También tenía estanterías llenas de libros y manuales de jardinería. Al parecer ese era el mayor pasatiempo de Zheng a parte de estudiar. Mientras estaba embobada viendo el programa, escuché unos pasos a lo lejos. Pensé que era Zheng Tian, pero estaba equivocada.
—Freya... ¿Qué haces aquí? —Daphne corrió hacia el sofá y me abrazó—. Te ha traído Jess, ¿verdad?
Perdí mi balance y nos caímos las dos al sofá. Entre risas, se escucharon pisadas procedentes de las escaleras.
—La traje yo —señaló Zheng con orgullo.
—Gracias por traerla.
—No hay de qué... —nos observó desde lo alto de las escaleras—. Veo que tenéis mucho de lo que hablar. Estaré en el trabajo unas horas, pero si necesitáis cualquier cosa llamadme. Y Daphne, ten en cuenta que puedes contar conmigo también. No entenderé tanto vuestros temas de chicas pero te escucharé y apoyaré como hermano mayor —se alegró al ver la sonrisa de Daphne.
Al escuchar la puerta cerrarse, Daphne se abalanzó sobre mí otra vez.
—¡Hey, Daphne! —sonreí pero mi cuerpo se paralizó al instante que noté las lágrimas en mis hombros—. Daphne...
Correspondí a su abrazo de inmediato. Tras unos minutos, estrechó su rostro contra mi pecho y suspiró. Le revolví el cabello, y cuando se separó de mi cuerpo su mirada dijo todo. Su maquillaje estaba corrido, y sus inhalaciones entrecortadas le dificultaban respirar.
—Lo siento, te he manchado el vestido —sollozó—. Te veías tan bonita en él, lo siento.
Me sentí impotente al verla actuar de esa forma.
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Cacería de Bestias ©
Romans¿Alguna vez te has enamorado? ¿Alguna vez has sentido cómo se detiene el tiempo cuando cruzas miradas con esa persona especial, o cómo se te acelera el corazón cuando vuestras manos se rozan? ¿Cómo, por un momento, olvidas todo a tu alrededor? Freya...