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Jihyo y yo estamos otra vez en su recibidor

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Jihyo y yo estamos otra vez en su recibidor.

—Te veré en mi oficina en media hora.

—Está bien —respondo, mientras Jihyo se aleja por el pasillo y se pierde de vista. Me quito la chaqueta y la guardo en el armario.

Debería aprovechar este momento para hablar con Frankie. Si no le envío noticias pronto, empezará a buscarme.

Solo tengo que decidir cómo manejar este tema. ¿Cómo puedo asegurarme de que no intente quitármelo?

Creo que mi única opción es fingir que todo va según lo planeado. Mi único plan es mentir.

Respiro.

Uno de mis primeros recuerdos de cuando era niña es de una ocasión en que mis padres me llevaron a Zuma Beach en Malibu. Aún era primavera, creo. El agua no había llegado a entibiarse lo suficiente.

Mi madre se quedó en la arena a colocar nuestra manta y la sombrilla, mientras mi padre me alzaba y corría conmigo en brazos hacia el mar. Recuerdo que me sentía liviana en sus brazos. Y después me bajó y mis pies quedaron en el agua, y grité que estaba demasiado fría.

Él concordó conmigo: estaba fría. Pero luego dijo: «Solo inhala y exhala cinco veces. Verás que, cuando termines, ya no te parecerá tan fría».

Lo observé entrar al agua hasta los tobillos. Lo observé respirar. Entonces yo también entré y empecé a respirar con él. Tenía razón, por supuesto. Ya no estaba tan fría.

Después de aquella vez, mi padre respiraba conmigo cada vez que yo estaba al borde de las lágrimas. Cuando me raspaba el codo, cuando mi primo me llamaba Oreo, cuando mi madre me decía que no podíamos tener un perrito, mi padre se sentaba y respiraba conmigo. Tantos años más tarde, todavía me duele pensar en aquellos momentos.

Pero por ahora, sigo respirando, allí mismo, en el recibidor de Jihyo, centrándome como él me enseñó.

Después, cuando me siento más tranquila, saco mi teléfono móvil y llamo a Frankie.

—Mina. —Me atiende al segundo timbrazo—. Cuéntame. ¿Cómo va todo?

—Todo bien —respondo. Me sorprende la calma que refleja mi voz—. Jihyo es todo lo que se puede esperar de un ídolo. Aún espléndida. Carismática como siempre.

—¿Y?

—Y... estamos progresando.

—¿Acepta hablar de otros temas además de los vestidos?

¿Qué puedo decir ahora para empezar a cubrir mis espaldas?

—Bueno, ya sabes que es bastante reacia a hablar de algo que no sea la publicidad para la subasta. Por el momento estoy tratando de no forzar las cosas, de ganar un poco más de su confianza antes de empezar a presionarla.

Park Jihyo's Secrets | sahyoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora