─ Bueno...demos un fuerte aplauso a nuestra primera tributo ─ Dijo después de un largo silencio.
Nadie aplaudió.
¿Quién aplaudiria esto?
─ Continuemos con los caballeros.
Mientras la mujer iba a por la papeleta masculina encontré a mis padres entre la multitud. Mamá lloraba en los brazos de papá, y él me miraba con su rictus serio. Al cruzar miradas con él, besó su dedo índice y me señaló con éste. Era un gesto familiar, nos despedíamos así entre los cuatro.
Verlo hizo que me pusiera más sensible y que mi barbilla empezara a temblar por las ganas de llorar, pero me tragué el nudo y seguí sería.
Con mi mano derecha tracé una línea horizontal sobre mi corazón. La otra seña familiar, demostrando que se había recibido la despedida.
Pero estaba demasiado centrada en mi padre.
Tanto como para no darme cuanta cuando la mujer abrió el papel.
Pero escuchar su nombre salir de sus labios tenía que ser una broma.
No podia ser verdad.
Está bien que fuera yo.
¿Pero él?
La vida nos odiaba
La familia tendría que tener algún mal karma.
─ ¡NO! ─ Grité cuando vi a Edgar salir de la multitud siendo escoltado por dos agentes de la paz.
─ Aquí viene Edgar ─ Dijo contenta la mujer azul.
¿De qué se alegraba? ¿No veia el gesto contraído del chico? ¿No veia que esto no era nada emocionante para nadie?
No lo soporté.
Bajé las escaleras tan rápido como pude y empujé a uno de los dos agentes.
─ ¡NO! ¡Él no! ─ Otros dos agentes llegaron y me agarraron fuertemente poniendo a la fuerza mis manos tras mi espalda.
Me empezaron a empujar hacia atrás alejándome de Edgar, aún así no dejé de forcejear
─ ¡Es solo un niño! ¡UN NIÑO! ¡NO PODÉIS ENVIARLO ALLÍ! ¡NO!
Edgar había sido agarrado también por otro agente y al igual que yo forcejeaba con éste.
─ Señores agentes, por favor, soltad a nuestros tributos ─ Ordenó la mujer por el micrófono
En cuanto lo hicieron corrí hacia Edgar y nos abrazamos fuertemente. Escondió su rostro en mi pecho como siempre hacia y se permitió llorar angustiado.
─ Lo siento, lo siento, lo siento, lo siento ─ Repetí varias veces susurrando mientras apretaba nuestro abrazo.
─ Que bonito...─ Dijo con falsa pena la mujer.
Estaba empezando a odiarla de verdad.
─ Venga, ¡subid! ─ Ordenó con voz cantarina.
─ No te separes de mí ─ Le pedí a Edgar.
Le cogí de la mano y caminé por delante de vuelta al escenario. Cuando estuvimos arriba la mujer intentó separar nuestras manos y colocarse ella en medio de los dos, por lo que agarré con fuerza la mano que intentaba separarnos y la miré que rabia.
─ Hum... Está bien ─ Me sonrió irónica y se soltó de mi agarre.
Se colocó a mi lado, dejando que volviera abrazar a Edgar, quien había dejado de llorar pero estaba temblando.
─ Supongo que sois hermanos ¿Verdad? ─ Nos preguntó con una sonrisa.
La miré con el ceño fruncido y asentí.
─ Que bonito...podréis compartir este honor juntos...¡Felices Juegos del Hambre, y que la suerte esté siempre de vuestra parte! ─ Dijo cantarina dando por finalizada el "fantástico" evento.
Las puertas se abrieron y la mujer nos obligó a caminar hacia el interior. Cuando volvieron a cerrarse la sonrisa de la señora desapareció, y todo lo feliz que estaba afuera ya no estaba.
─ Como sois hermanos podréis estar en la misma sala. ─ dijo seria señalando una puerta de madera. ─ Vamos, entrad ─ nos ordenó
Cuando nos quedamos a solas en esa habitación Edgar se soltó de mi brazo, del que habia estado enganchado desde que salimos del escenario.
─ A-Adahlia...
─ Shhh...─ Le callé acariciándole los rizos ─ No te pasará nada ¿Entendido? Estaremos todo el tiempo juntos, da igual las órdenes que nos manden, y ya verás que lograremos ganar ¿Sí? ─ Dije con voz suave fingiendo estar tranquila
─ P-pero Adahlia...solo puede ganar uno...
─ Pues en este año se cambiarán las normas y seremos dos ganadores ¿Te ha quedado claro? ─ Apreté sus mejillas haciéndole labios de pato.
Repetí ese gesto varias veces jugando con sus labios haciéndolo reir, reí con él y suspiré levemente.
Unos minutos después en los que nos quedamos en silencio abrazados las puertas se abrieron fuertemente.
─ Tenéis tres minutos ─ anunció el agente de la paz
Papá y mamá entraron a la habitación con rapidez. Mamá abrazó con ansias a Edgar y papá fuertemente a mí. Después de unos segundos cambiamos.
─ P-por favor, cuidaros y pensar bien las cosas, por favor, no desafies a nadie del Capitolio, por favor Adahlia ─ Me susurró mamá acariciándome el pelo nerviosa.
Suspiré asintiendo a sus palabras y disfrutando de su calidez.
Cuando los cuatro nos separamos, papá abrazó por los hombros a su esposa y nos miró con una triste sonrisa pero ojos fieros.
─ No os separeis, os lo ordeno ─ Edgar y yo nos reímos levemente por como había sonado la frase. Nuestros padres sonrieron más tranquilos disfrutando de nuestras risas ─ Escuchad bien, chicos...Creeréis que no, pero estáis preparados.
Entre los dos nos miramos confundidos.
─ Papá ¿A qué te refieres? ─ Le pregunté
─ Adahlia, tienes que hacerte con una lanza. Todos estos años te he enseñado puntería y saber golpear con un palo, así que sabes utilizarlas, protégete con eso.
>> Y tú, Edgar. Te enseñé a tirar hachas y boxear, que los nervios no te coman vivo, porque sabes salir victorioso de una pelea. Los dos habéis matado y desmembrado animales, incluso les habéis quitado el pelaje, sabéis sobrevivir y lo haréis.
>> Ganad y volved a casa, si no, no les pondré flores a vuestras tumbas.
Miré con una sonrisa orgullosa a mi padre. Tenía razón, y lo mejor es que sus palabras consiguieron darle valor al pequeño de la familia.
Los cuatro sonreímos, esta vez de verdad y con más ganas, y nos unimos en un abrazo grupal a la vez que las puertas volvían a abrirse.
─ Os quiero hijos ─ Nos dijo mamá.
Esa fue la última vez que vimos a nuestros padres.
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°¡Buenas! Aquí otro capítulo 😻
Añadimos un día más de actualización: viernes.
Nos vemos los miércoles y viernes!! 💙
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[PAUSADA] EL DISTRITO 10 || Los Juegos del Hambre <Peeta>
FanfictionAquellas personas con vestimentas despampanante solo veían esto como si de una serie de televisión se tratase. Los Juegos del Hambre era diversión para ellos, pero terror para nosotros, para los tributos. No sabia que hacer. Tenía a mi hermano conmi...