[PAUSADA] EL DISTRITO 10 || Los Juegos del Hambre <Peeta>

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─ Veréis, conseguir patrocinadores es igual de importante que saber defenderse. Estos prácticamente son fans con dinero que querrán veros ganar, así que pagarán por enviaros ayudas en los Juegos. Esas ayudas pueden llegar en momentos en los que esteis entre la vida y la muerte, así que es de vital importancia gustar al público.

>> Vosotros ya tenéis espectadores sin siquiera haber llegado al Capitolio, así que hay que hacer que esas personas interesadas en vosotros sigan estando hasta finalizar los Juegos.

─ ¿Cómo es posible eso? No nos conocen todavía ─ Pregunté.

─ Tesoro, se graba todo en los Juegos del Hambre ─ Dijo jocoso ─ Todos han visto cómo empujaste a un agente por tu hermano, al igual de cómo le hablaste a Ophelia. Ya tienes espectadores, y tu tambien chico.

─ ¿Y yo por qué? ─ Preguntó curioso.

─ Tus lágrimas desesperadas para llegar hasta tu hermana y el ansioso abrazo ha llegado a los corazones de varias personas. Utilizaremos esta desgracia vuestra para haceros conocidos.

Pearce apoyó los codos en sus piernas y se acercó a nosotros.

─ La gente ya está atenta de la llegada de los hermanos. Crearemos unos personajes al gusto de los ricachones y los tendremos comiendo de la palma de nuestras manos.

>> Adahlia, serás la hermana dedicada que hará todo lo posible para salvar a su hermano. Te mostrarás fuerte, pero cuando te pregunten por tu hermano harás lo que acabas de hacer: mirar decidida pero con los ojos llorosos. Practicaremos eso.

>> Edgar, serás el hermano pequeño cariñoso y encantado con su hermana, pero dirás que la protegerás, o te mostrarás celoso si dicen algo sobre tu hermana, eso creará ternura en los espectadores.

>> Seréis los hermanos de los Juegos del Hambre, seréis conocidos y todos querrán ver esos momentos de hermandad. Será vuestro pase a la victoria.

Los dos asentimos de acuerdo con el plan. Edgar y Pearce se levantaron y empezaron a comer mientras hablaban, entre tanto no dejé de mirar a mi hermano.

Lo que no sabia Pearce es que solo tendré que fingir esos ojos llorosos, pues haré todo lo posible para que Edgar sobreviva.

Las horas fueron pasando. Ophelia llegó con nosotros poco después de hablar con Pearce, pero se había sentado sola para arreglarse las uñas y no había hablado en ningún momento.

Yo, aprovechando que Edgar y Pearce seguían hablando y no había ningún problema, avisé de que me iría al vagón en el que estaba mi habitación y ahí me quedé por un tiempo.

Disfruté de la soledad, el silencio y la cómoda cama.

Me permití llorar todo lo que tenía guardado, sabía que nadie me escucharía, pues estaban en el vagón comedor.