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Daniel Miller:

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Daniel Miller:

Terminamos exhaustos por el día de locura y diversión excesiva que habíamos tenido. Le preguntamos a los abuelos si Liam y Yana podrían quedarse a dormir en nuestra casa, y ellos accedieron, ya que eran nuestros amigos y les agradaba mucho la idea de que hiciéramos amistades tan rápidamente.

Me dirigí a un pequeño cuarto de lavado que había en el primer piso. Jale la manija de una pequeña puerta en el suelo, y las bisagras de esta sonaron estruendosamente; al parecer, hacía mucho que no había sido abierta o engrasada correctamente.

Me coloqué de espaldas y fui bajando lentamente por la escalera de mano, que bajaba hasta el sótano. Llegué al suelo sano y salvo; pensaba que me iba a caer, ya que la escalera se tambaleaba con cada paso que daba asía abajo. Presioné el interruptor rojo que estaba a mi lado, ya que el sótano estaba sumido en una oscuridad que restringía completamente mi campo visual.

Un montón de luces se prendieron, dándole una iluminación perfecta al sitio. Caminé por el lugar buscando un par de colchonetas y cobijas para poder pasar la noche. En un rincón, encima de una vieja estantería metálica, se encontraba lo que había estado buscando.

Me subí a un banquillo, porque mi altura no era suficiente para agarrar la caja. Por un momento, perdí el equilibrio, provocando que todas las cajas cayeran sobre mí. Me levanté del suelo, mientras sacudía todo el polvo que me había caído encima. Recolecté apresuradamente las cajas y los objetos que habían salido de ellas, al caer y golpearse contra el suelo, miré de reojo una foto antigua que estaba adherida a un papel parecido a un documento. La pequeña foto estaba en blanco y negro, y como si eso no fuera suficiente, la cara y cuerpo de las personas estaban tachadas con un bolígrafo de tinta roja.

Revisé el documento para ver si tenía algo importante, y en él decía:

Lana Bird — Nacida el 6 de septiembre de 1929 / Fallecida el 7 de octubre de 1937 a la edad de 8 años.
Causa de la muerte: Suicidio propiciado por ahorcamiento. El individuo parecía haber sido maltratado, ya que presentaba contusiones y heridas profundas.
Causas del suicidio: ¿?
Estado mental del fallecido según hospitales: Plenamente estable.

Al terminar de leer el documento, la sangre me hirvió. ¿Qué clase de monstruo horrible había maltratado a una niña al punto de que esta llegara a quitarse la vida? Una pregunta cruzó por mi mente: ¿Qué carajos hacía un documento de defunción guardado en la casa de mis abuelos?

Devolví el papel a su caja, agarré las cobijas y colchonetas, coloqué todas las cajas en su lugar. Toqué de nuevo el interruptor y las luces volvieron a apagarse. Un pequeño ruido sonó y me pareció ver a alguien, pero simplemente volví mi vista a la escalera para comenzar a subir.

Ya arriba, salí al patio donde estaban todos esperándome. El pelirrojo y yo colocamos las cobijas y mantas en el suelo, encima del espeso pasto, mientras Daniela y Yana hacían palomitas de maíz con miel, una de mis favoritas. Pasamos el rato conversando antes de irnos todos a la cama. Apoyé mi cabeza en la almohada contemplando el cielo nocturno; era una noche estrellada y bella, las hermosas constelaciones se apreciaban claramente, ya que el cielo estaba libre de nubes.

Volteé la cabeza hacia ambos lados; todos estaban dormidos. Me dirigí en dirección a la piscina y fue la primera vez que pude esbozar su figura antes de que desapareciera. Era ella, la niña de la antigua foto de cuando éramos pequeños, con la pequeña diferencia de que ella seguía siendo una niña. Detallé hasta el último centímetro de su rostro; tenía un cabello largo de color negro azabache que bajaba por su clavícula cayendo sobre sus hombros. Su mirada parecía vacía, como si le hubieran robado toda gota de vida que había en sus ojos.

—Eres Lana Bird. ¿Verdad? —solté sin más, demandando una respuesta.

Silencio total, no respondió.

—¿Qué quieres de nosotros? —Esta vez ella esbozó una pequeña sonrisa ladina.

—Busquen el abedul teñido de rojo. — respondió, y empezó a caminar hasta desaparecer en la oscuridad del bosque.

En ese momento recordé las palabras del abuelo:

Recuerden no ir más allá de la cabaña y mucho menos acercarse al viejo abedul.

Regresé a la colchoneta. No pensaba contarle a mi hermana lo que había sucedido, y mucho menos sobre lo que había dicho la niña. Me acomodé y me tapé con las cobijas, ya empezaba a hacer un poco de frío, empecé a sumergirme en el estado de sueño.

************************************

Froté mis ojos; el sol mañanero ya estaba dando en mi jodida cara. Una sombra esbelta estaba parada frente a mí.

—Daniel, ya nos vamos.—

La persona bajó un poco la cabeza y pude ver que era Liam por el color rubí que le daba el sol a su cabellera.

—Esperen, los acompañaré hasta la salida.—

Me reacomodé la ropa de dormir, restregué mis ojos y estiré mis músculos. Logré levantarme después de eso; todos fuimos a la salida.

Después de que nuestros amigos se fueron, a mi hermana se le ocurrió la genial idea de explorar el bosque.

Me coloqué un par de botas negras militares que había traído, y comenzamos a adentrarnos en el inmenso bosque.

Caminamos alrededor de una hora entre ramas, arbustos, troncos de árboles y hojas.

Saqué mi teléfono para ver dónde estábamos, pero no tenía señal. Este, como colmo, se apagó por el hecho de que no tenía batería.

Seguimos andando, hasta que llegamos a un lugar despejado de árboles. Una pequeña cabaña se encontraba frente a nosotros.

—Daniela, creo que tendremos que pasar la noche aquí !No creo que haya forma de volver hoy¡.—

Ella hizo un asentamiento con la cabeza, di un paso y abrí la puerta.

Ella hizo un asentamiento con la cabeza, di un paso y abrí la puerta

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Hola espero que les haya gustado el capítulo.Traeré otro el próximo jueves.Un 😘 Addriel08.

Nota:
A veces pienso que Daniela y Daniel son tontos o les falta un tornillo, la verdad no se muy bien. En fin...Bye Bye

Misterio Bajo el Abedul ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora