Una chica nos estaba guiando a la mesa Edmond me tenía tomada de la mano, como método de distracción para disipar los nervios contaba los pasos que dábamos. Esto era muy elegante. Al final del restaurante había una hermosa terraza llena de luces blancas, se veía como un área exclusiva del restaurante.
Había hombres de negro afuera. Parecían del servicio secreto y estaban armados. Recorrí el restaurante y note que había varios ubicados en diferentes lugares del restaurante.
Al cruzar la puerta observe tres hombres hablando animadamente en la mesa.
- Buenas noches caballeros – dijo Edmond tomándome de la cintura.
La chica que nos trajo se retiró de inmediato.
Todos voltearon a vernos. Era dos hombres mayores les calcule la misma edad de mi padre y maravillosamente bien conservados al igual que el mío lo estaba. Reconocí al papa de Edmond de inmediato porque era idéntico a él pero con unos años más, mismos ojos azules, cabello rubio platinado.
- Hijo buenas noches llegas un poco tarde – luego me miro con una sonrisa amable – pero puedo ver la razón a tu lado.
El papa de Edmond se acercó ofreciéndome la mano.
- Me imagino que tú eres Valery – asentí estrechando su mano con una sonrisa.
- Un placer conocerlo Sr Bettencourt.
- No me llames así linda, me haces sonar como un viejo decrepito – reímos – llámame Elijat.
Asentí
- Mucho gusto entonces Elijat – sonrió abrazando a su hijo.
- ¡Adelante! – nos ofreció el papa de Edmond – siéntense.
Mire a los dos hombres que estaban levantados viéndome con una cara bastante peculiar. Estaban sorprendidos, eso me hizo ruborizarme y sonreí tímidamente.
Sabía que estaba bonita pero no sabía que a tal punto de dejar boca abierta a un rey y un príncipe. Esto definitivamente aumentaría mi autoestima.
- Valery el caballero con porte de armadura brillante que está allí – señalo al hombre que tenía su edad – es un jodido rey.
Todos rieron. Menos yo, solo seguí con mi sonrisa tímida.
- Este joven de aquí – señalo a un chico que debía tener la edad de Edmond – es su hijo. Un principito.
No sabía muy bien si darles la mano o qué demonios hacer, sentí burla en su presentación pero yo no me atrevía a reír. Así que se me ocurrió la primera metida de pata de la noche. Hice una reverencia increíblemente ridícula hacia los dos hombres.
- Un placer altezas – dije con cierta confusión.
Hubo un minuto de silencio y luego todos estallaron en carcajadas haciéndome sentir bastante avergonzada.
- No es necesario que tú hagas eso señorita – aclaro el rey. Se acercó a mi ofreciéndome la mano – Me llamo Harald.
Le estreche la mano y hubo un momento extraño los dos nos quedamos mirando mucho. Sentí un deja vu, como si ya lo conociera. No sé si el sintió lo mismo.
Pero por cómo se tensó, sabía que puede que sí.
- Este es mi hijo Louis – dijo soltando mi mano. El chico me vio con el ceño fruncido y cuando tome su mano lo mismo me paso.
Yo le solté la mano y trate de disimular lo que sentí. Qué raro sentimiento.
- Es un placer conocerlos.
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Todo lo que temía ser
Teen Fiction"La luz es la mano izquierda de la oscuridad, y la oscuridad es la mano derecha de la luz; las dos son una, vida y muerte, juntas como amantes." No recuerdo en que libro había leído esa frase, pero es la mayor verdad contada en la historia. Ya no q...