Bienvenida a la universidad

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Mi madre venía practicando actuaciones por todo el camino de como saldría más natural e interesante, ofrecerle unas casas a los clientes que tiene para esta semana y mi papá contestando llamadas de sus clientes del despacho de abogados. Yo les dije que podía llegar perfectamente a la universidad sola con un boleto de avión y un taxi que tomaría en el aeropuerto. Pero por supuesto que ellos no me hicieron caso, como padres ejemplares que son decidieron traerme ellos mismos. Tomamos un avión desde Virginia a California de 7 horas y al llegar aquí alquilaron un auto. Después de tres horas de camino por fin llegamos a Stanford.

- ¡Estamos aquí! – grito mi madre al entrar en la universidad - ¡Por dios mi niña va a ir a la universidad!

Después de la felicidad eufórica pasó a la tristeza ya que se colocó a llorar

- Cariño – mi padre toco su brazo como señal de consuelo.

- Estoy bien – Saco un pañuelo de su cartera y se sorbió la nariz – Solo que estar aquí me trae tantos recuerdos.

- Si a mí también me trae muchos buenos, frustrantes y memorables recuerdos – mi padre veía todo con cierto aire de nostalgia

Ellos vinieron a esta universidad. Se conocieron aquí y me procrearon también. Por la historia que me habían contado mis abuelos al cumplir los 13 años, fue que mi madre era una estudiante de Relaciones internacionales y era muy buena. Mi padre un estudiante de derecho, cuando ella iba por su tercer año de universidad y el por su ultimo año se conocieron en una fiesta de la fraternidad de mi madre y se enamoraron locamente, tanto que mi madre quedo embarazada de mi a los 6 meses de noviazgo. Mis abuelos pegaron el grito en el cielo, pero aun así querían que ella terminara la carrera. Cosa que mi madre no hizo por una razón que nunca nos ha dicho, así que congelo la carrera y se fue a vivir con mis abuelos paternos mientras mi padre terminaba la carrera. La abuela Emile y mi abuelo Jon (Los padres de mi madre) Forzaron un poco a mi padre para que se casara con mi madre antes de tenerme y así no nacer en una familia disfuncional porque eso para mis abuelos era un pecado terrible. Ellos se casaron antes de que naciera, papá término su carrera y empezó a trabajar en un pequeño despacho de abogados y así poco a poco fueron construyendo su vida. Hasta ahora que mi padre tiene su propio despacho de abogados y mi madre se dedicó a las bienes raíces donde también abrió una pequeña empresa dedicada a eso.

- ¿Hija entraras a mi fraternidad? – mi madre me miraba con cierta ilusión en sus ojos - Recuerda que tienes acceso directo por legado y seguro también están las hijas de mis antiguas compañeras de Alfa Omega.

- ¿Las amigas que cuando saliste embarazada te dieron la espalda y te sacaron de la fraternidad?

Su mirada se ensombreció un poco por lo directo de mis palabras. Me acerque tomándole la mano.

- Lo siento – asintió – Solo que no creo que esas fraternidades sean algo para mí y tampoco es el tipo de amiga que quiero tener

- Aun hablo con Carla Jones. Era mi mejor amiga en la fraternidad, ella fue una de las que me defendió a capa y espada. Además no sabes toda la historia y yo sería feliz si entraras, esas chicas no son las mismas que estudiaron conmigo.

- Son sus hijas probablemente y si la recuerdo la mujer que te llama seguido, lo pensare ¿Esta bien?

Asintió con cierta tristeza

- Podemos pagarte uno de los apartamentos que está retirado del campus para que no te quedes en esas habitaciones – me ofreció mi padre por décima vez durante el viaje – Ya que no quieres entrar a la fraternidad.

Nos estacionamos en uno de los puestos vacíos que estaban. Todo estaba a reventar de estudiantes reincorporándose a clases o como yo eran nuevos. Padres llorando de tristeza. Algunos orgullosos y otros simplemente dándoles algún sermón como despedida. Se notaba la diferencia entre los nuevos y los regulares.

Todo lo que temía serDonde viven las historias. Descúbrelo ahora