"Erase una vez un joven que creía que no había nada más importante que un deseo.
No cualquier deseo, claro, sino aquel que impulsa a tu corazón. Aquel que te hacer ser quien eres... Pero también entendía que puede ser hacer que ese deseo se vuelva realidad...
Lo fácil que puede ser destruir un sueño... Así que decidió hacer algo al respecto...
Estudió incansablemente la magia del mundo y se volvió un poderoso hechicero... Capaz de proteger cualquier deseo que le dieran de todo daño o maldad. Y para los bueno y los dignos, hasta podía conceder ese deseo.
El hechicero no sabía si el mundo aceptaría su regalo. Pero él y su leal esposa encontraron la isla perfecta en lo profundo del mar Mediterráneo.
Ahí, construyeron un reino como ningún otro, donde cualquier persona , cualquier familia, sin importar su origen, era bienvenida...Para su alegría, la gente vino desde todos los rincones a establecerse aquí. Entregó su deseo en aprecio por la protección del rey y con la verdadera esperanza de que un día les fuera concedido su deseo"
Una joven de piel morena con pecas, cabello negro trenzado acomodaba la capa de su abuelo mientras narraba la historia que tanto le contaba su padre, añadiendo un pequeño comentario al final.
-Y todos están de acuerdo en que más que...- fue brevemente interrumpida por un balido de su amigo Valentino, a veces le molestaba un poco -mi querido abuelo,- otro balido más insistente, se enderezó con una sonrisa -el hombre más bueno...- otra insistencia de Valentino -y guapo,- otro balido, parecía ser a propósito -¡Que hoy está cumpliendo 100 años!- apresuró a decir antes de otra interrupción.
Guardó silencio volteando a ver a su amigo de cuatro patas.
-¿Qué? ¿Fue todo?- lo retó sonriente -¿Ya no tienes nada que-
Otro balido alegre de la cabrita.
-Valentino siempre tiene algo que decir.- bromeó su abuelo mirando con ternura a su nieta.
-Ojala pudiera saber lo que dice.
Ambos rieron y Valentino volvió a quejarse.
En eso, la madre de Asha, Alejandra, entró con gran alegría cargando una cesta de naranjas en mano, estaba contenta, aunque bueno, siempre lo estaba.
-¡El rey va a hacer una ceremonia del deseo!- anunció con emoción. Cosa que Asha uso a su favor.
-¡VES!- exclamó dirigiéndose a su abuelo -¡Hoy es el día! ¡No es una simple coincidencia que el rey organice una ceremonia del deseo en tu cumpleaños!
-Mejor no me hago ilusiones y toco madera- respondió el mayor, ya había muchas veces que veía como su nieta se emocionaba cada mes con ese anuncio.
-Hoy es tu noche Saba,- continuó con entusiasmo ciego -¡Hasta lo puedo sentir!
Era lo mismo cada mes, Asha se emocionaba pensando que esa noche era SU noche y volviendo a casa decepcionada por no ser como esperaba. Pero no podía evitarlo, su abuelo y su madre no le decían nada, al fin de al cabo era adolescente, aún no era madura.
-Asha, ¿hacemos un pastel?- preguntó su madre entusiasmada.
Pero no era algo que ella ya tuviera contemplado, quería asegurarse de mano propia que su Saba obtuviera su deseo si o si. También que era la forma más rápida, sencilla y realista en la que se podría acercar un poquito al poder de la magia que siempre había anhelado tener.
No es que no lo hiciera por su abuelo, pero también era la excusa perfecta de evitar pasar tiempo con su madre, era algo que disfrutaba pero a veces se volvía muy empalagosa.
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Estrella del Atardecer
أدب الهواةPor una ligera confusión, cuando Asha pide un deseo tan poderoso es respondido por una entidad cósmica, la primera estrella que surge cuando el atardecer llega que esta dispuesta a confiar ciegamente en su nueva amiga. Dispuestos a enfrentar a un la...