capitulo 20.

1K 108 10
                                    







Cierro los ojos y dejo que un largo suspiro abandone mi boca cuando siento los labios de Charles besar suavemente mi mentón, se mueven de una manera tan suave que me producen un enorme temblor de satisfacción.

Las emociones nuevas que he ido descubriendo -producto de Leclerc obviamente- son maravillosas.

Y no se nisiquiera como reaccionar porque al contrario del miedo que siempre he sentido, se siente.... bien. y aunque no quiera decirlo eso me aterra un poco pero a la vez me hace querer seguir explorando.

Sus labios vuelven a unirse a los míos y suspirando dejo que me gire con facilidad para ser yo la que termine recostada sobre su cuerpo.

Abro mis ojos poco a poco y siento de inmediato el color fresa invadir mis mejillas cuando me doy cuenta de que sus ojos cubiertos por esos lentes de sol que casi siempre usa ya están viéndome.

Sus manos acarician mis mejillas y con tranquilidad aparta el cabello que cubre mi rostro para colocarlo detrás de mis orejas.

No le importa para nada que esté aplastandolo por completo, de hecho dudo mucho que esté incómodo ya que está bastante relajado.

Con cuidado quitó los lentes de sus ojos para dejarlos a un lado mostrándome esas bonitas gemas verdes.

—Tienes unos ojos...

—¿Hermosos? —pregunta alzando sus cejas una y otra vez interrumpiendome.

El atardecer casi está por culminar, las luces han comenzado a encenderse y a Charles no parece importarle lo más mínimo que estemos regresando de nuevo a Mónaco.

Asiento lentamente a la vez que entornó los ojos causando su risa y esta vez soy yo quien une nuestros labios, deja que lo bese a mi ritmo, su boca sincroniza la mía de inmediato y siento de nuevo ese nudo lleno de mariposas aletear en mi estomago cuando filtra sus manos por debajo de la sudadera que traigo puesta acariciando mi espalda.

—Me gustas mas los tuyos... —murmura sobre mis labios.

No me da tiempo de responder porque de inmediato vuelve a besarme. Sus dedos hacen un recorrido que me eriza la piel con cada toque, mi pecho vibra y sonrió entre nuestro beso cuando tira de mi labio inferior con sus dientes.

Estos días han pasado volando que cuando Charles me dijo que volveríamos a Mónaco hoy por la mañana fue imposible que un puchero de tristeza se posara en mi boca.

Nadamos en el océano cada día, vimos películas en el yate todos juntos y esto incluía los besos que Charles me robaba cuando su madre estaba lo suficientemente distraída como para no prestarnos atención. Cocinamos pasta con Arthur y Charles la cual fue un rotundo éxito sorpresivamente.

Sin embargo, mi actividad favorita había sido observar cada atardecer en compañía de Charles, siempre subíamos a la parte más alta del yate, justo donde estábamos ahora. Nos tirábamos sobre las mantas y nos quedamos aquí horas...

Presenciamos cada atardecer que hubo, anaranjados, morados, rosas, algunos tan hermosos y otros tan simples. Pero todos hermosos.

¡Y también vimos las estrellas!

Jugamos juegos tontos intentando contar la mayor cantidad que podíamos y por supuesto que después disfrutamos del silencio que nos rodeaba cuando ambos dejábamos de bromear.

Los besos nunca faltaron, ni mucho menos las risas.

La mano de charles sube de nuevo a mi rostro para apartar ese mechón rebelde que parece no querer irse de mi cara.

—Verte a ti es ver a mi cielo favorito...

¡Y bienvenido nuevamente color fresa a mis mejillas!

Aprieto mis labios y rió tontamente cuando no aparta su mirada de mi, escondo mi rostro en su cuello y me aferro a pecho desnudo abrazandome a él por completo.

TRAMPOLINE / CHARLES LECLERCDonde viven las historias. Descúbrelo ahora