TRAMPOLINE / CHARLES LECLERC

capitulo 16.

La luz impacta directo en mi rostro provocando que poco a poco el sueño abandone mi cuerpo y me vea obligada a despertar, un gemido abandona mis labios y protestando me pongo de pie para arrastrar los pies fuera de la cama del cuarto de invitados donde estoy ahora mismo.

Corro la cortina y aun somnolienta me vuelvo a meter en las sábanas blancas que siguen calientitas.

El lugar está en completo silencio por lo que quiero creer que aún no ha despertado Charles.

Me acurruco entre las mantas y cierro los ojos tratando de encontrar un poco más de sueño, de descansar un poco más.

Tengo un vuelo que tomar en unas cuantas horas con Pierre y Hemma y no estoy lista aún para dejar Monte Carlo aún.

De hecho no estoy segura de que quiera hacerlo, quiero ir a Francia con ellos porque bueno... no tengo otra cosa buena que hacer y los viajes gratis gracias a mi trabajo no me vienen nada mal. Aparte, voy como la community de Pierre así que esta bien.

Y... me muero por ir a comprar esa deliciosa pizza de nuevo que me llevó a probar Pierre la última vez que estuvimos en Francia. Y obvio no me vendría nada mal revivir la mejor noche de mi vida el día que vi a Coldplay.

Abro mis ojos de golpe y mis mejillas se ponen rojas de recordar lo que ha pasado hace no más de 12 horas.

Oh por Dios.

Aunque para ser sincera creo que esa es una de las razones principales por las que no quiero irme de aquí...

Me hundo entre las sábanas blancas y como si alguien fuera capaz de verme oculto mis mejillas rojas al recordar el beso que Charles y yo nos dimos anoche.

Y es que ¡Qué beso!

Ni siquiera puedo creerlo aún. No he terminado de procesarlo.

¡Bese a Charles Leclerc!

Puedo aún sentirme temblando por las sensaciones que experimente, mis manos aún sienten la fuerza en estas de como estaba sostenida al banco donde estábamos sentados y mis ojos aún recuerdan la bella sonrisa que tenía el monegasco en sus labios.

Fue casi mágico...

No podía ni siquiera hablar después de lo que sucedió y la risilla que soltaba Charles a cada rato solo provocaba que mis mejillas se encendieran de rojo y que me pusiera nerviosa ante su mirada.

Habíamos cenado esa pizza que esperábamos sentados en el mismo lugar donde nos habíamos besado, bebimos agua con burbujas y tiempo después destapó ese mismo vino con sabor delicioso que me había ofrecido antes.

Había vuelto a tocar para mí y mi cuerpo se volvió a estremecer.

Mi mente sigue sin asimilar que alguien pueda hacerme sentirme así, mi cuerpo aun no terminaba de procesar ni ha terminado de comprender la confianza que me brinda Charles...

Y es que su tacto tan cuidadoso, tan delicado y tan suave me causaban un temblor que es difícil de explicar porque... me gusta.

Pero a la vez hace que me den ganas de llorar por la impotencia de no saber cómo sobrellevarlo.

Mis pensamientos son interrumpidos cuando la puerta blanca de madera se abre poco a poco, mostrándome a un adormilado Charles Leclerc, con el cabello despeinado y con los ojos aún somnolientos.

Siento mis manos sudar cuando una sonrisa comienza a formarse en su boca y mi corazón late tan rápido que me da miedo que el hombre frente a mi pueda escucharlo.

Es obvio que no había pensado en lo que podría ocurrir después de lo que pasó.

—Venia a ver si ya habías despertado —murmura con voz ronca.