capítulo 2.

2.9K 226 45
                                    







Me remuevo entre las sábanas suaves en las que estoy envuelta antes de abrir los ojos. El dolor se hace presente en seguida en mi cuerpo, junto con las agruras y con el sabor aun de tequila, abro los ojos desorientada y maldigo cuando la luz blanca cegadora hace que vuelva a cerrar mis ojos rápidamente.

La habitación desconocida a mi, hace que me levante con cuidado antes de restirar un poco la sábana dejándola en perfecto estado. Trato de adivinar la hora cuando me doy cuenta de que mi teléfono está apagado. Los pants holgados que me tiro Pierre ayer me quedan gigantes iguales que con la sudadera de Ferrari que seguramente es merch de Charles.

El olor a nuevo sigue impreso.

Observó la cama gigante tendida perfectamente y satisfecha me giro lista para salir de ahí. Me frenó en seco cuando me doy cuenta de los cientos de detalles que me hacen darme cuenta de que no es una habitación de huéspedes.

Es la habitación del dueño.

De Charles.

Oh por Dios.

Los pequeños detalles se hacen presentes en las cuatro paredes.

Los monoplazas pequeños en las repisas, los marcos con su familia y uno de los neumáticos que le han dado de sus Poles.

Apenas y tengo tiempo de echar un rápido vistazo a las fotografías cuando la puerta se abre de golpe.

La incomodidad en ambos es notable cuando mis ojos se desvían al torso desnudo del monegasco. Sus pantalones blancos desabrochados hacen que su piel resalte y su cabello húmedo me indica que acaba de tomar una ducha.

Mis mejillas inmediatamente se tiñen de rojo, eleva una de sus cejas y bufa cuando regreso mi mirada a sus ojos.

—Buen día —murmura. No dice nada más, ni siquiera espera a que responda cuando se pierde en la puerta que está del otro extremo de la habitación.

Me quedo pasmada observando por donde se ha marchado hasta que regresa después de unos instantes. Me apresuro a salir de la habitación primero que él para encerrarme en el baño de la estancia.

Hago mis necesidades y me lavo las manos antes de humedecer mi rostro un poco. Después de unos segundos salgo de ahí y observo con detalle la estancia de la casa de Charles.

Su departamento es lindo. Es algo con lo que todos los adolescentes soñábamos con tener cuando íbamos a la universidad. Un lugar lindo donde vivir.

Algunas plantas adornan el lugar, los sillones blancos hacen un match con las paredes las cuales están adornadas por cuadros coloridos. Hay varias piezas de arte, desde maletas decoradas hasta cuadros sencillos de algún paisaje.

El piano cerrado en la esquina del lugar, a un lado de la ventana llama mi atención sobre todo cuando el L O V E hecho de rosas rojas resalta sobre este.

Una imagen de Charles con los pantalones desabrochados, el torso descubierto y descalzo tocando el piano se me viene a la mente.

No puedo evitar pensar en eso y en lo acogedor que sería.

Sacudo la cabeza y suspiro cuando mi vista se topa con un Pierre Gasly adormilado gimiendo de dolor mientras se toca el pómulo.

—Norah —murmura sorprendido.

El morete que se ha formado en su rostro luce espantoso y es más que obvio que las preguntas no tardarán en llegar en cuanto pise el paddock.

—Hola —saludo.

Una media sonrisa se forma en sus labios y se acerca al refrigerador de su amigo, abre la parte del congelador y quiero reír cuando toma un paquete de papas congeladas y se las coloca en el rostro.

TRAMPOLINE / CHARLES LECLERCDonde viven las historias. Descúbrelo ahora