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Lisandro Martinez, el hombre que hizo mi vida imposible.
Nos conocimos mediante mi primo, Rodrigo. Una cena que organizo Rodrigo, invito algunos de la Selección y también estábamos nosotros, su familia.
Me lleve bastante bien con todos, y con las mujeres e hijos de ellos también, eran todos muy simpáticos.
Pero cuando llego Lisandro esa noche, mis ojos no volvieron a despegarse de el.
Si bien había ido acompañado con su chica, las miradas de nosotros no paraban de cruzarse.
Un mes atrás.
Me había parado de la mesa para llevar los platos a la cocina, ya que todos habíamos terminado de cenar.
- Te pusiste la diez morocha...- dijo Rodrigo, jodiendo como siempre. A lo que yo solo rei.
- Te ayudo nena.- dijo mi mamá intentando pararse.
- No ma tranqui, yo los saco.
Sentía una mirada muy pesada encima mio. Y sin dudarlo mire hacia el costado donde estaba sentado el, y definitivamente estaba mirándome. Trague en seco y me apure en ir a la cocina.
Lisandro era un verdadero hombre con todas las letras. Cuando me saludo pude oler su fuerte perfume, olía caro. Sus manos, sus brazos, su altura... Sus ojos.
- Toma...- dijo, desconcentrandome de mis pensamientos.
- Gracias.- sonreí tomando el vaso que me había traído.
- ¿Como te llamas?.- dijo viendo detalladamente todos mis movimientos.
- Sofia...
- Un gusto entonces, ¿Sos algo de Rodrigo? Nunca me dijo nada...- dijo apoyándose en la mesada.
- Somos primos, pero yo no vivo acá. Vengo en el verano no más. - sonreí. Y algo que era evidente, era que no podía mirarlo a los ojos, a parte de que estaba hablando muy rápido.
- Te ayudo a secar.- dijo extendiendo su mano para que le pase un trapo.
- Esos van allá. - dije señalandole los platos.
Para guardar las copas me puse de puntitas, porque mi estatura no colaboraba.
Pero en ese entonces, sentí como se puso atrás mio y agarro el mismo vaso que tenia en mi mano. Sentia su respiración en mi oreja, y lo mire de reojo ya que estaba muy cerca.
