Es hora de partir

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- ¡¡Lori!! -gritó Lincoln, y se precipitó para tratar de ayudarla. El segundo disparo falló apenas por un par de centímetros, y se vino a incrustar entre los restos de la pared de una casa contigua.

Lincoln volteó y alcanzó a distinguir al atacante entre los escombros de las casas del lado contrario.

- ¡¡Maldito!! -gritó y disparó. Su bala se incrustó en el cuello del atacante.

Percibió un ruido detrás de él, y alcanzó a divisar a un francotirador asomándose por otra casa. No tuvo problemas para abatirlo también. Mirando hacia todos lados, Lincoln extremaba precauciones para acercarse y ayudar a Lori. La muchacha gemía de dolor, pero ya se esforzaba por incorporarse. Ni siquiera el malestar podía mitigar su instinto de vigilancia.

- ¡Enemigo a las seis en punto! -gritó.

Lincoln giró sobre sus talones, divisó al atacante y lo abatió. Habían hecho ese ejercicio de entrenamiento muchísimas veces.

Miró hacia todos lados tratando de encontrar algún otro invasor. Pero Lori, que ya había conseguido sentarse, le dijo en un susurro.

- Ya no te preocupes, amor. Ese era el último. No tenemos nada que temer... ¡Ayy! Por ahora.

El dolor la hacía jadear. Lincoln se arrodilló junto a ella.

- ¿Cómo lo sabes?

- La polea del cabestrante... Estos camiones no... La tenían. ¡Auch!

Lori intentaba mirarse las heridas. Sentía como un fuego ardiente en la parte posterior de su brazo izquierdo y en su espalda.

Lincoln la revisó. La herida sangraba mucho y tenía un aspecto feo; pero por suerte era solo un profundo surco que no había atravesado las arterias perforantes ni los nervios principales del brazo. El hueso también estaba intacto, pero el sangrado era abundante.

Era imprescindible detenerlo. Con mucho trabajo, Lori se quitó la blusa y se la entregó a Lincoln antes de que él pudiera protestar.

- Presiona muy fuerte sobre las heridas con esto, amor. ¡Aayyy!

La chica apretaba los dientes para soportar el dolor. Lincoln estaba tan asustado que obedeció sin oponerse. Lori se había quedado completamente desnuda de la cintura para arriba, cosa que a ninguno de los dos les importaba en aquel momento.

A pesar de lo que Lori había dicho, Lincoln permanecía vigilante.; listo para tomar el arma y contraatacar si era necesario. Incluso le insistió a Lori para que se movieran y buscaran refugio, pero ella negó con la cabeza.

- No, Linky. Ya no hay más... te lo aseguro. Ni siquiera esos animales viajarán en el techo. Su única opción era el cabestrante que estos camiones no tienen...

- Está bien, amor. Te creo -interrumpió Lincoln, en un intento por que la muchacha no se esforzara-. Vamos a detener el sangrado, ¿sí?

Les llevó más de quince minutos, y la blusa quedó empapada de sangre. Según sus cálculos, Lori estimaba haber perdido un medio litro, quizá un quince por ciento del total del volumen de sangre de su cuerpo. Además, su brazo izquierdo quedaría casi inutilizado durante mucho tiempo.

La chica estaba consciente de que la situación era muy seria, pero prefirió no decir nada a Lincoln. Venían días demasiado duros para los dos, y no valía la pena preocuparlo por algo que no podían remediar.

- Tendrás que traer las cosas, mi vida. Todo, incluyendo nuestras mochilas y nuestro arsenal. Trae solamente tu fusil de asalto. Yo no podré manejar el mío.

The Loud House: SobreviviremosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora