Prólogo

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I

De la Isla Górzek

En los gélidos mares septentrionales de un mundo antiguo y fantástico, emerge una isla llamada Górzek, famosa por sus ríos cristalinos, valles profundos y majestuosas cordilleras que se extienden a lo largo de sus costas oriental y occidental.

Hace varios siglos navegantes provenientes del sur visitaron la isla, convirtiéndose en los primeros hombres en pisar Górzek. Dichos marineros encontraron estas tierras libres y fértiles por fortuita casualidad mientras buscaban establecer una nueva ruta marítima para el comercio. Fondearon su barco cerca de las costas y enviaron un reducido grupo en bote a explorar aquel lugar. Luego de cruzar la playa apacible y cálida se encontraron con un valle que se explayaba amplio y vasto, acunado entre brazos de montañas y limitando al norte con un bosque frondoso del cual brotaban ríos y riachuelos que buscaban su camino hacia el mar.

Exploraron el valle y no encontraron rastro de vida humana. En su búsqueda descubrieron vida silvestre y árboles frutales, y cerca de las montañas hallaron fragmentos de minerales valiosos. No les llevó mucho tiempo decidir que debían apropiarse de aquellas tierras vírgenes.

Tras abastecerse de alimentos y agua regresaron a su barco y zarparon hacia el sur rumbo a su país, en busca de sus familias y acompañantes con quienes fundarían el primer asentamiento humano en aquella isla del norte. La isla fue bautizada Górzek, que en la lengua de los Hombres del sur significa "Montaña con ríos".

Poco tiempo después tres goletas llegaron a las costas y de ellas desembarcaron los hombres y mujeres que establecerían sus viviendas a lo ancho del valle, fundando la aldea Wodnik, que significa "camino de agua" o "río" en la lengua sureña.

Con el tiempo construyeron puertos que en pocos meses atrajeron barcos mercantes, turistas y emigrantes, pues las historias de una tierra fértil y hermosa escondida en el norte se propagaron de boca en boca hasta convertirse en una leyenda. El comercio de frutas y hortalizas, y el turismo se convirtieron en las principales fuentes de ingreso para la villa Wodnik. La gente del valle se dedicó a la agricultura, la construcción y la industria de hospedaje para establecer una economía próspera.

La idea de explorar los bosques y las montañas para expandir sus territorios estuvo en sus mentes durante un tiempo, pero bastaron unas pocas expediciones para comprender que existían otros seres que habitaban la isla que no permitirían que profanaran sus bosques y montañas. Resignados, los Wodnikas aceptaron conformarse con el valle y la playa, que era de por sí una gran parte de la isla.

II

De las criaturas del bosque

Pocos años después de que los Hombres se establecieran en la villa, cuando Wodnik era apenas un puñado de casas y granjas, ocurrió el primer encuentro con los nativos del bosque. Estos seres eran pequeños, de estatura similar a la de niños humanos, y su piel exhibía un tono verde hoja. Sus orejas alargadas y puntiagudas enmarcaban unos ojos brillantes de color ámbar sobre los cuales descansaban pupilas afiladas y negras. Los Hombres los nombraron goblins, en alusión a antiguas leyendas que hablaban de criaturas similares que habitaban los bosques en distintas partes del mundo. En algunas tierras eran conocidos como trasgos o duendes. Sin importar el nombre que les dieran compartían un mismo rasgo: su naturaleza violenta y maliciosa.

Los goblins custodiaban celosamente los bosques, y eran pocos los aldeanos que se aventuraban allí sin terminar siendo atacados o heridos por ellos. En algunas ocasiones llegaron a matar uno que otro hombre, aunque estos incidentes no eran frecuentes y rara vez ocurrían fuera del bosque. Los Hombres se vieron obligados a formar una guardia local pues los goblins comenzaron a infiltrarse en los valles para robar gallinas y hortalizas de las granjas. Diez o quince hombres fueron armados con espadas cortas, cotas de malla, yelmos de acero y escudos de madera para defenderse de los goblins. Se turnaban las noches de patrulla y su presencia fue suficiente para detener los ataques y los asesinatos a los habitantes de Wodnik.

A medida que pasaban los años la guardia local ahora conocida como Obrontzi se vio obligada a reclutar más miembros debido al aumento de producción agrícola y de la población, pues esto despertó enormemente la avaricia y la bravuconería de los goblins. Con el reconocimiento de Górzek como parte del Reino del rey Rinber, la isla recibió un suministro de armamento y los Obrontzi recibieron entrenamiento militar para dominar el arco y flechas como también las espadas largas.

De esta manera se logró mantener bajo control la amenaza del bosque mediante medidas más eficaces y definitivas. Además del notable fortalecimiento de la guardia local se construyeron imponentes muros de piedra que rodeaban y protegían a Wodnik. Se erigieron torres de vigilancia estratégicamente ubicadas para mejorar la visibilidad de los goblins y como último recurso se implementó un sistema de iluminación con antorchas que durante la noche iluminaban el muro y sus alrededores. Estas medidas en conjunto brindaron una defensa sólida y disuadieron cualquier intento de invasión de los goblins.

De esta manera, la villa se convirtió en un lugar prácticamente inexpugnable. A pesar de ello los ataques de los goblins continuaban ocurriendo de forma esporádica, teniendo éxito en ocasiones pero fracasando en su mayoría. Ocasionalmente, algún grupo afortunado o bien organizado lograba asesinar a un guardia Obrontzi descuidado en el muro exterior para arrebatarle sus armas y armadura. De esta manera los goblins se fueron surtiendo de las herramientas que los llevarían a convertirse en un temible y letal ejército que reinaba y custodiaba el Bosque Krazwut, como lo habían nombrado siglos antes de la llegada de los Hombres.

III

De las criaturas de las montañas

En lo profundo de las montañas se encuentra el pueblo de los Bogóras, seres que poseen una apariencia humana pero con estatura mediana y complexión robusta. Los nativos de las montañas son reconocidos por su fuerza y resistencia, capaces de trabajar largas jornadas sin descanso ni alimento, pues no lo necesitan. Su tez pálida y cabellos negros los distingue y su hogar dentro de la montaña les brinda refugio del sol cuya luz es mortal para ellos.

Los Bogóras, según se cuenta nacieron de las propias rocas, lo que se cree que es la fuente de su increíble fuerza y resistencia. Son pocas las cosas capaces de perforar su piel y aún menos aquellos que pueden asestarles un golpe, ya que son ágiles y expertos en el combate. Dentro de las montañas se dedican a la minería, la herrería, la peletería y la construcción. También realizan tareas fuera de las montañas durante las noches como la cacería, la tala de árboles, la vigilancia y la exploración. Para asegurar la protección de su pueblo, los Bogóras cuentan con centinelas llamados Straznik.

Los Bogóras habitaban en la isla mucho antes de la expansión del ejército goblin del Bosque Krazwut y muchos siglos previos a la llegada de los Hombres. Según la leyenda que se cuenta entre los goblins, los Bogóras ya llevaban largo tiempo viviendo en las montañas cuando los goblins llegaron a la isla siglos atrás.

Un hecho que pocos saben sobre los goblins es que pueden mostrar civilidad cuando hay un Rey Goblin entre ellos. Bogdan, el enano fundador de la montaña Góra; primera montaña en el este dentro del bosque Krazwut, descubrió esto. Estableció relaciones amistosas con el Rey Goblin, cuyo título aludía a una variación genética de los goblin y no a un estatus jerárquico. Aunque la naturaleza de los goblins es la rebeldía, aquellos que nacen con los genes de un rey son reconocidos y obedecidos sin cuestionamientos.

Entre las múltiples contribuciones de Bogdan al Rey Goblin se encontraba haberle enseñado la lengua de los Bogóras, conocida como Lahz Gomah, que significa "lengua común". A partir de entonces los goblins comenzaron a aprender y hablar el Lahz Gomah, convirtiéndose en el idioma común tanto de los Bogóras como de los goblins en las montañas y el bosque. Los Hombres nunca aprendieron esta lengua.

Tras la muerte del Rey Goblin, los goblins traicionaron y rechazaron la amistad de los Bogóras. Invadieron y atacaron su montaña con el objetivo de exterminarlos y saquear sus valiosos metales. Sin embargo, los nativos de las montañas repelieron fácilmente los ataques de los goblins dejándolos humillados y derrotados. Como resultado de este conflicto los goblins y los Bogóras se juraron enemistad.

Han transcurrido varios siglos desde aquellos eventos y ambos bandos han evitado invadir el territorio del otro desde entonces. La enemistad entre los goblins y los Bogóras se ha mantenido latente a lo largo del tiempo, creando una frontera y un respeto mutuo que impiden nuevos conflictos entre ellos.

EL ENANO Y EL GOBLINDonde viven las historias. Descúbrelo ahora