Al pasar la hora fueron despertados, frente a ellos se encontraba una multitud de curiosos que rodeaban a Valta, a los ancianos y a los centinelas Straznik. Le hicieron entrega del escudo, era negro, redondo y brillante, en el centro del mismo sobresalía una protuberancia circular la cual estaba reforzada para proteger la mano que sujeta el escudo. Tenía riendas de cuerpo por dentro que le permitían colgárselo en la espalda y así lo hizo. Acto seguido recibió la lanza con su filo de acero luminoso e impecable, su cuerpo de madera rígida pintado de negro y su ferrón al extremo opuesto del filo, también de un acero exquisitamente forjado que le otorgaba estabilidad y resistencia al arma. Finalmente recibió su bota de cuero hecha a imagen y semejanza de la del goblin.
– Hemos cumplido tus exigencias, ahora vete en paz como has prometido –dijo Valta–. Pero antes quisiera dirigirme al goblin– Zinket, que ya se había encaminado a las puertas con Grizmot, dio la vuelta y se plantó frente a la anciana con parsimonia militar.
– Zinket del bosque Krazwut, señora –dijo el goblin presentándose.
– En nombre de Skalomir queremos ofrecerte una disculpa por haberte tomado prisionero, pero como habéis mencionado antes, sólo estábamos siendo precavidos –dijo Valta sin señal alguna de arrepentimiento–. Queremos ofrecerte como muestra de buena voluntad, un regalo que disipará cualquier rencor o cualquier afrenta para seguir garantizando la paz entre tu pueblo y el mío.
El goblin comprendió que la anciana buscaba garantías de que los goblins no cobrarían venganza y al mismo tiempo transmitir a su pueblo la imagen de que era una promotora de la paz, no le importaron sus artimañas políticas y decidió aceptar el presente de buen grado. Los Straznik se acercaron y le hicieron entrega de una daga de acero reluciente con un mango de hueso revestido en oro.
– Es Zon Khertzi, la daga más antigua de Skalomir –dijo Valta con orgullo– Se cuenta que fue un regalo del Rey Goblin a Bogdan, fundador de nuestro pueblo.
– Acepto este regalo con honor y gratitud–. Dijo Zinket abrumado por la magnitud de la ofrenda, la tomó anonadado y su perspicacia le hizo comprender rápidamente que una artesanía goblin era basura a los ojos de los Bogóras, probablemente se sentían satisfechos de deshacerse de aquella baratija. El goblin enfundó la daga en su vaina vacía y se retiró haciendo una reverencia.
– Son libres de partir– dijo la anciana finalmente.
– Así lo haremos y sin más rodeos –dijo Grizmot– ¡Adiós!
– ¡Un momento! –gritó alguien en la multitud.
– ¿Qué sucede? –preguntó Grizmot volviéndose para encontrarse con un grupo de Bogóras vestidos con capas de cuero negras.
– Soy yo nuevamente, Ogen el centinela –el enano de cabeza rapada y barbas ondeantes le dirigió una leve reverencia a Grizmot–. A todos nos cuesta creer lo que nos has contado, pero sea verdad o no, varios de nosotros no estamos felices con las vidas que llevamos aquí y queremos un cambio. Yo, Ogen hijo de Og, deseo enfrentar mi lanza y mi escudo al mundo, por eso te ofrezco mis armas y mis manos para que me permitas partir contigo luego de haber bebido el agua del manantial de vida.
Grizmot no pudo evitar emocionarse y dejó escapar una amplia y sincera sonrisa, se acercó al centinela y le estrechó la mano.
– Eres bienvenido a viajar con nosotros ¡Escuchad todos! No viajaremos sin rumbo, mi amigo Zinket ha prometido guiarnos hasta la montaña más al norte de la cordillera, a una montaña de distancia, allí empezaremos una nueva vida, todo el que quiera venir es bien recibido.
De entre la multitud avanzaron los enanos con capas negras que habían decidido partir con Grizmot sin importar el destino. Nueve hombres y nueve mujeres, todos de la clase obrera a excepción de Ogen, que era un centinela. Entre ellos reconoció a Dern, la exploradora y a Bron el herrero. Entre ellos había desde peleteros hasta mineros, todos tenían listas sus capas de viaje, sus botas de cuero recién fabricadas y llenas de agua, y algún pago por su tiempo trabajado en la montaña. Algunos pidieron que les pagaran con herramientas de trabajo como picos, martillos y palas, otros pidieron agujas y cuero, otros armaduras y lanzas, otros hachas y dagas.
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EL ENANO Y EL GOBLIN
FantasyGórzek es una isla del norte donde habita una raza de enanos arcaicos. Grizmot es uno de estos enanos que luego de una serie de accidentes se encuentra atrapado en una mina con un goblin. Juntos deberán encontrar una salida y sortear los peligros qu...