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NOTA: Mención de autolesiones (NO FOMENTO NI APOYO DICHAS ACCIONES, ESTO ES UN TRABAJO DE FICCIÓN). Otra cosa, le cambié los nombres a los amigos de Yuna porque Sato sonaba mucho como Satoru y Ren no me gustaba tanto jaja, así que Sato pasó a ser Koji y Ren pasó a ser Haruka, perdón 😬

 Otra cosa, le cambié los nombres a los amigos de Yuna porque Sato sonaba mucho como Satoru y Ren no me gustaba tanto jaja, así que Sato pasó a ser Koji y Ren pasó a ser Haruka, perdón 😬

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29 de Enero 2018

— ¡Agh! — gritó frustrada mientras la herida seguía sangrando sin cerrarse en absoluto, Yuna se dedicó a limpiarla con una gasa y presionar con fuerzas para parar el sangrado, llevaba alrededor de un mes tratando de recuperar sus técnicas inversas, pero estaba resultando más difícil que aprenderlas por primera vez y aquello le causaba demasiada frustración.

Siempre había sido perfectamente capaz de cuidar de sí misma, de curar sus propias heridas y solucionar sus problemas, no sabía cómo existir sin algo que llevaba siendo parte de sí por años. Intentó de nuevo, pero la herida se mantuvo abierta y el sangrado sólo se detuvo un poco. Rendida, cambió la gasa y presionó mientras se vendaba la herida.

— Inútil. — se dijo con desdén mientras se dejaba caer en el suelo del cuarto donde se encontraba.

No le agradaba sentirse así de vulnerable, era un extraño sentimiento que le hacía bolas el estómago y la ponía tan de mal humor que nadie se le acercaba últimamente. Nadie excepto Kento Nanami, el adulto entre los adultos, o algo así había escuchado a Ijichi llamarlo, quien estaba resultando ser una compañía constante y agradable últimamente.

— Tienes que darte un respiro. — hablando del rey de Roma, pensó mientras alzaba la vista para encontrarse con un hombre rubio enfundado en un traje, sujetando lo que parecía ser una bolsa de esas que le dan a uno cuando compra para llevar y una expresión no muy calma en el rostro mientras miraba el brazo de Yuna. — Ya estás muy lastimada como para seguir intentando ¿por qué no has ido con Ieiri-san a que te ayude?

— Estoy bien. — suspiró. — Necesito descifrarlo otra vez.

— Y también necesitas conservar el cien por ciento de tu sangre, Yuna. — reprendió el hombre, aunque su tono resultaba suave. — Deja de lastimarte y mejor comamos.

Nunca lo admitiría en voz alta, pero había encontrado cierto consuelo en hacer lo que hacía, una manera de hacer de su dolor algo tangible, existente, sacarlo de su corazón y moverlo a lugares en los que sí podía hacer algo para sanar las heridas (aunque últimamente no pudiese hacer nada). Cada que pasaba aquella pequeña daga por su brazo o sus muslos se decía una y otra vez que lo hacía para tratar de recuperar sus técnicas inversas, pero había una vocecilla cada vez más fuerte que la instaba a ir más lejos, hacerse heridas más profundas, más dolorosas, así es cómo te sientes le decía, así es como se ve. Sabía que aquello no podía ser bueno, pero Yuna estaba tan consumida por su propio dolor y frustración que poco le importaba si las actitudes que estaba tomando para intentar lidiar con su vida resultaban dañinas.

Special / 𝐍𝐚𝐧𝐚𝐦𝐢 𝐊𝐞𝐧𝐭𝐨Donde viven las historias. Descúbrelo ahora