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Capítulo largo, de antemano una disculpa
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Capítulo largo, de antemano una disculpa >_<

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Julio 2018
Presente

El leve bullicio de la tele inundaba la estancia mientras Itadori y ella almorzaban tranquilamente en el escondite del muchacho, después de haber entrenado un rato (seguirle el paso era físicamente imposible para Yuna, Itadori tenía una fuerza bruta bastante inhumana, pero había hecho su mejor intento) el pelirrosa mantenía una mano sobre el peluche que usaba para ayudarse a manejar su energía maldita y con la otra sujetaba los palillos y se llevaba la comida a la boca. No era tan temprano, pero Yuna se sentía un poco cansada, además del entrenamiento, había tenido una semana algo pesada y apenas estaba recuperándose de ella, diciéndose que ya faltaba menos para una de las temporadas relativamente tranquilas del año.

— ¿Alguna vez te has topado con una maldición de grado especial? — preguntó Itadori mientras bebía de su café.

— En toda mi vida, dos veces... realmente no son tan comunes como para encontrártelas en cada esquina, por eso se llaman "especiales". — le respondió. — Sé que tienes la tendencia de toparte maldiciones de grado especial a menudo... pero normalmente no es tan así.

— Anoche Gojo-sensei me llevó con una. — habló el chico. — Era incluso peor que la del reformatorio.

Yuna se atragantó con la comida.

— ¿Qué? — preguntó en cuanto pudo volver a respirar con normalidad.

— Sí... tenía el monte Fuji en la cabeza, un solo ojo, y todos estábamos parados sobre el agua, luego hizo esta cosa... ¿cómo le llaman? ¡Ah! Extensión de dominio... pero Gojo-sensei también lo hizo y entonces ganó y lo decapitó y luego llegó otra a salvarlo y una flor me agarró...

¿Huh?

— Me perdiste. — habló ella extendiendo una mano entre ellos para que parara. — Gojo-sensei te llevó con una maldición de grado especial, con el monte Fuji en la cabeza.

— Sí, daba miedo y toda la cosa. — respondió Itadori.

— Extendió su dominio interno. — atinó a decir.

— Supongo. — Yuji se encogió de hombros.

— Y Gojo hizo lo mismo con su propia extensión de dominio. — siguió.

La historia se ponía cada vez más extraña.

— Sí y ganó, decapitó al otro espíritu y entonces otro más llegó a salvarlo, tenía poderes de florecitas.

¿Qué?

Se llevó las manos al rostro, confundidísima. La forma de narrar de Itadori era un poco curiosa, añadía efectos de sonido (en plan ¡puf! ¡Boom!) y su voz cambiaba, honestamente, era entretenida. Pero a veces se le dificultaba seguirle el hilo.

Special / 𝐍𝐚𝐧𝐚𝐦𝐢 𝐊𝐞𝐧𝐭𝐨Donde viven las historias. Descúbrelo ahora