P̶a̶s̶a̶r̶o̶n̶ ̶n̶u̶e̶v̶e̶ ̶m̶e̶s̶e̶s̶.̶ ̶T̶r̶e̶s̶ ̶e̶s̶t̶a̶c̶i̶o̶n̶e̶s̶.̶ ̶D̶o̶s̶c̶i̶e̶n̶t̶o̶s̶ ̶d̶í̶a̶s̶ ̶s̶i̶n̶ ̶v̶o̶s̶,̶ ̶F̶a̶y̶e̶.̶ ̶S̶i̶n̶ ̶e̶m̶b̶a̶r̶g̶o̶,̶ ̶a̶ú̶n̶ ̶t̶e̶ ̶e̶x̶t̶r̶a̶ñ̶o̶ ̶c̶o̶m̶o̶ ̶s̶i̶ ̶f̶u̶e̶r̶a̶ ̶e̶l̶ ̶p̶r̶i̶m̶e̶r̶o̶.̶
Escribió y tachó. Otra vez. Las letras eran desdibujadas por sus lágrimas.
Sewer, la ganadora de los 66° Juegos del Hambre, se encontraba sola en la penumbra del gigantesco comedor de su mansión. Cuando levantó su cabeza del papel, notó esta oscuridad que la envolvía. Lo único que iluminaba no más allá del papel y el tintero era la vela a punto de consumirse. Así, tenue y ya insignificante, muriendo, justo como ella. Los pensamientos sobre la realidad volvían a su cabeza. Principalmente, no tenía idea qué día era. Bueno, qué noche, mejor dicho. El tiempo, para Sewer, es solo algo que pasa fuera. Para otros. Algo irreal. Aparentemente, el sol ya se había ocultado en su totalidad. Confundida, su mirada se perdió en la eterna oscuridad de la ventana, preguntándose cuánto tiempo había pasado desde que se sentó en aquella silla a intentar depurar su dolor en cartas que no serían enviadas a nadie. Desperdiciando tinta y papel. Desperdiciando su... vida. La vida que se ganó.
Vida.
Fuera de su burbuja las cosas habían comenzado a cambiar. A transformarse. Tal vez, era una de las razones por las que no había podido comunicarse con Johanna últimamente. Había una razón para que las líneas telefónicas hubieran caído. Las calles susurraban rumores de esperanza, pero desde que los Agentes de la Paz se habían multiplicado en número nadie quería levantar sospechas. El miedo crecía en blanco.
Sewer sostuvo la carta cerca de la llama, lo suficiente para que se encendiera, hasta que se quemó los dedos, y el papel solo era ceniza grisácea manchándolos. Dolía, pero podía soportarlo. Sewer conocía lo que era el verdadero dolor. Aún lo sentía, después de tanto tiempo. Una pequeña quemadura no era nada en comparación a lo que sentía en su pecho. A veces, en los huesos. Otros días es su alma la que grita en espasmos. O todo junto. La única cosa... es decir, la única persona que podia calmarla era alguien -citándolo- imposible. Pero ni siquiera la rabia de aquella última noche podía desvanecer el confort que sentía cuando la apretaba entre sus brazos. Al cerrar sus ojos, lamentándose, solo aparecía su sonrisa. Su maldita sonrisa y los recuerdos de aquellas escapadas, de los secretos que podrían jugarles en contra. Otra vez, se encontró preguntándose a sí misma que era lo que había cambiado. ¿Por qué?
Sewer más que nadie sabía que nada dura para siempre. Todo es efímero, sobre todo, en el Capitolio. Sin embargo, era consciente de que acababa de ponerse bueno. Aún no era el momento de su caída. Fue a lo largo de la Gira de la Victoria de los pasados Juegos del Hambre, a finales del invierno, exactamente, hace menos de dos semanas, que, a pesar de algunas interrupciones, habían pasado casi un mes entero juntos. Como nunca antes lo habían imaginado. Sewer comenzaba a pensar que podía volverse algo real. Que podia volverse algo significante. Le había dado esperanzas, luego del terrible caos que habían dejado los 74° Juegos del Hambre en su vida. Sobre todo, luego de aquella primera vez. Primera última vez. La noche en la que todo acabó.
No podían estar juntos. Nunca existió un ''juntos'', aparentemente. De hecho, nunca hubo nada. Nada. Era lo que había sido. Nada. Otro golpe bajo para Fawn Forrest. Cada día que pasaba aseguraba más la falta de sentido de su vida. Solo era un gasto de agua y comida para su distrito. Era lo que era. Nada.
Una luz tenue azulada iluminó el comedor de pronto, y un sonido estatico le irrumpió en los oídos, haciéndola sobresaltarse en el lugar. Era el televisor. No obstante, aquello no la tranquilizaba mucho menos. Se trataba de un mensaje del Capitolio. La pantalla se fundió a blanco y el emblema del Capitolio apareció en el centro de ésta.
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The Hunger Games ☠︎︎ 𝐓𝐇𝐄 𝐆𝐑𝐄𝐀𝐓 𝐖𝐀𝐑
FanficLa vencedora de los Sexagésimo Sextos Juegos del Hambre se ofrecerá como tributo voluntaria para el Vasallaje de los Veinticinco.