- 04. ♡

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Me levanté tarde esa mañana, había estado organizando cajas de mudanza, donación y las cosas que irían a la basura con Alekei hasta bien entrada la noche. Me sentí confundida, por mi mente pasó Dave y Alekei en un segundo, me sentía rara, no podía explicarme a mi misma las cosas que estaban pasando, sabía que me gustaba Dave, había sido mi crush desde muy pequeña, pero algo extraño pasaba con Alekei, aunque habíamos compartido muy poco lograba sentirme en una inmensa calma a su lado y me emocionaba recibir sus mensajes, siempre muy constante para saber como iba mi día y como me sentía, también bromeaba mucho y me hacía sentir bien, era divertido y el tiempo con él era agradable. Pero Dave me hacía sentir en una infinita paz, era mi calma en la tormenta, siempre estaba para mi y mi corazón se volvía loco al verle, no tenía explicación, sentía algo fuerte por él, pero quizá Alekei llegaba para cortar esos lazos, realmente no estaba muy segura, pero mis emociones se estaban empezando a confundir. Decidí no darle más vueltas al asunto y solo salí de casa para encontrarme justamente con el camión de carga llegar, no me dío tiempo de comprar algo para desayunar así que solo supervise como los trabajadores ponían todo en orden para llevarlo a la habitación amoblada que había visto días atrás, donde me tope con Alekei por primera vez ... de nuevo, de nuevo pensando en Alekei. Una voz me sacó de mis pensamientos. Dave se acercó con una pequeña bolsa, desde lejos se podía notar un jugo y buñuelos, el desayuno perfecto. Cuando estuvo lo suficientemente cerca me lo extendió.

— Para tí, mi niña — me dijo con su peculiar sonrisa.

Agradecí con un abrazo incluido y me senté en un banquillo que aun quedaba para comer, le ofrecí, pero se nego solo se sentó a platicar conmigo sobre la mudanza, asegurándose de que yo estuviera completamente segura. Rodé los ojos por su insistencia  y le dije que sí ya con molestia, no era agradable escuchar un "¿Estás realmente segura, segura?" Unas siete veces aproximadas o más, en fin, no le di importancia y me dedique a recorrer la casa de mi madre, mientras disfrutaba del jugo de mango en leche. Subí a las habitaciones y miré con melancolía, sabía que extrañaría cada rincón de la tonta casa, habían pasado muchísimas cosas ahí, muy buenos recuerdos, malos, algunos no tan malos, pero todo era memorable.

Sentí la mano de Dave rodearme la cintura y sonreí apegando mi anatomía a la suya permitiéndome sentir su calor y despedirme internamente de la casa que estaría sola por un tiempo, sola hasta que sanara mi corazón.

Sentí mi corazón apretarse cuando me di media vuelta para salir y subirme al vehículo de mudanzas, aunque estaba decidida había una pequeña parte de mi que no quería dejar eso atrás, pero la dominante quería correr lejos de ahí y alejarme de todo para siempre. Suspiré y borré todo de mí cabeza decidida a dejarlo atrás.

Observe la nueva habitación, no era muy grande, pero tampoco estrecha, justo lo que necesitaba, aunque se suponía que ya era un lugar amoblado traje mis cosas con permiso del dueño y pude acomodar todo a gusto. Observe con gusto y segundos más tarde me tumbe sobre la cama, miré el techo y apreté los labios mirando el techo, nada especifico cruzaba mi mente, solo estaba ahí. Empecé a cuestionarme si era buena idea vivir allí, sola, me gustaba estar sola, pero tenia una extraña sensación de vacío ¿Miedo? Quizá, salí de mis pensamientos y me levanté rápido al escuchar el timbre, me maree un poco pero logre seguir hasta abrir la puerta, me sorprendí bastante al ver a Aleki parado en frente.

Eres la nueva inquilina ¿No? Vengo para recibir el primer mes de alquiler — habló directo, serio y poco melodioso, no se escuchaba como ¿de costumbre?

Su vista no se había levantado, solo miraba una libreta en la que anotaba el número de mi habitación, aclaré mi garganta buscando su atención y finalmente hablé.

COLINA AMAPOLAS Donde viven las historias. Descúbrelo ahora