Lavandas Y Rosas (the hunger games)

8. nuestros recuerdos

Esté capítulo va a ser de recuerdos de Coriolanus y Nia para que se entienda mejor la amistad que tienen.

[...]

—¿Eres nueva? —dijo una niña, va a un curso mayor que yo —¡Ahhh! Eres la pobre del distrito 11 que no durará ni una semana aquí.

Muchos al rededor cuchicheaban y se reían.

—venga ya, hasta tu sabes que no te puedes permitir ni dos días de clases aquí.

Así fué mi primera semana, no conocía a nadie en el capítulo ni en el distrito 1, mi familia se quedó en el 11 y la crueldad de los ricos de Panem no ayudaba para nada.

En todas las clases me sentaba sola hasta que un rubio se empezó a sentar a mi lado, tardó unos días en empezar a hablarme pero solo con un simple hola me alegraba el día. Por fin comencé a sentir que tenía a alguien en el capitolio, o al menos que comenzaba a tener a alguien.

[...]

—Coriolanus... para ya.

—no vas a participar en los juegos.

—necesito esa beca.

—Nia...

[...]

Dr Gaul no se demoró demasiado en llamarnos, ella se preocupaba mucho por mí y por mi relación (amistosa) con Coriolanus y por eso tuvo una larga conversación con nosotros.

—...debes aceptar que Nia quiere participar.

Corionalus guardó silencio.

[...]

Una fuerte discusión rompió nuestra amistad y me prometí ganar los juegos pero no sólo para seguir viva y estudiando, sinó para vivir con Coriolanus Snow.

[...]

Cuando el curso comenzó Coriolanus estaba raro conmigo, supuse que solo sería por la discusión que tuvimos y que no me quería volver a hablar o que quería empezar desde cero.

Pero entonces leí esa página.

Leí la primera página a escondidas de Sejanus por que la curiosidad me estaba matando y las piezas del puzle encajaron solo con la primera frase.

Saber que iríamos a la misma clase hizo que las mariposas de mi estómago revivieran.
De nuevo en la misma clase... El año pasado sólo era una hora a la semana por las optativas pero este año te veré cada dia. Escribo esto para cuando nuestros caminos se separen... Te lo entregaré y sabrás todo lo que yo vivo.