En la tenue penumbra de la habitación, el sonido del vaso rompiéndose resonó como un estallido, marcando el punto de ruptura en la acalorada discusión entre Nando y Teodora. El cristal se convirtió en un proyectil de emociones contenidas que, sin previo aviso, se estrelló contra el cuerpo de Teodora. El golpe fue inesperadamente fuerte, y un silencio tenso llenó la habitación mientras todos procesaban la magnitud del incidente.
Teodora, víctima involuntaria del estallido de ira, cayó al suelo con un suspiro ahogado. Mientras la inconsciencia la envolvía, el arrepentimiento se dibujó en los rasgos de Nando, su enojo disipándose al instante al darse cuenta de las consecuencias de su acción impulsiva.
Es en ese momento de caos cuando la puerta se abrió con un crujido, revelando a Leo, el hermano de Nando, quien se sumió en un desconcierto total al observar la escena. La oscuridad que rodeaba a Teodora no permitía a Leo identificarla de inmediato. La confusión reinaba en sus pensamientos hasta que, con un nudo en la garganta, reconoció a la figura desmayada como Teodora.
El impacto de la revelación transformó el desconcierto de Leo en un torbellino de emociones. Leo, quien había estado en coma y no había visto a Teodora en años, se encontró con la sorpresa de su presencia inesperada. La conmoción y la incredulidad se reflejaron en sus ojos mientras absorbía la realidad de la situación.
Y entonces, como una ola de intensidad, la ira se apoderó de Leo. La injusticia que había presenciado despertó una feroz determinación en él. Sin vacilar, su mano se estrelló contra la mejilla de Nando en un acto de represalia. El sonido resonó en la habitación, marcando un punto de quiebre en las relaciones entrelazadas entre estos tres protagonistas.
Mientras tanto, en el borde de la inconsciencia, Teodora empezó a despertar. Las sombras de la confusión se disipaban lentamente, y su mente, como una máquina antigua que recobra vida, comenzó a procesar la realidad a su alrededor. El dolor en su cabeza era palpable, pero su enfoque se dirigía hacia el tumulto que se desarrollaba ante ella.
Los ojos de Teodora, entreabiertos y llenos de asombro, capturaron las escenas que se desarrollaban: Nando quién estaba arrepentido, Leo, enfurecido, y ella, en el centro de un torbellino de emociones. Un capítulo inesperado se abría en la historia de estos personajes, uno que prometía revelaciones, confrontaciones y, posiblemente, la redefinición de las relaciones que habían yacido latentes durante tanto tiempo.
Teodora, al recobrar completamente la conciencia, se encontró atrapada en el torbellino de emociones que llenaba la habitación. Aunque su primer instinto fue lanzar uno de sus habituales comentarios sarcásticos a Nando, hacer tremendo drama o denunciarlo, su atención se desvió hacia Leo, cuyos ojos reflejaban no solo ira, sino también sorpresa y un toque de dolor.
Silenciosa, Teodora observó a Leo con una mirada intensa, un rastro de preocupación eclipsando su habitual actitud fresa. En ese momento, la fachada de indiferencia que solía mostrar se desvaneció, revelando una vulnerabilidad que solo Leo lograba suscitar en ella.
—Leo... T- Yo
murmuró Teodora, su tono menos desafiante y más suave de lo habitual.—No esperaba verte así. ¿Cómo... cómo has estado?
La pregunta no era solo un saludo protocolar; había genuina inquietud en sus ojos, una preocupación que iba más allá de la incomodidad causada por la situación.
Leo, sorprendido por la sutil muestra de cuidado en las palabras de Teodora, titubeó antes de responder.
—He estado bien, Teodora, pero...
No pudo evitar dejar la frase en el aire, sin saber cómo explicar el torbellino de emociones que la presencia de Teodora había desatado en su interior.
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No estoy tan presente Como debería estarlo.
Fiksi PenggemarTeodora Vicenta; una adolescente de 14 años que su vida cambió en el año 2019, siendo ese mismo el peor de su vida y quién sabe, quizá los demás años sean peores o el 2019 solo sea el comienzo de su sufrimiento. © Portada: Por mi. imagen: Autor...