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Con esfuerzo, Midoriya pudo superar los días de internación que le quedaban.
Había sido un infierno, pero valío la pena.

Su cuerpo ahora tenía nuevas marcas que por el momento le acomplejaban un poco, decidió tomarse eso con calma.

Admiró su torso en el reflejo, además de las cicatrices que recorrían su pecho y espalda de cuando no podía controlar su poder, ahora también se mostraban varias manchas más claras que su piel donde había sido quemado por la explosión.

Además, en su lado derecho, justo en las costillas, una mancha rosada adornaba la epidermis. Pasó sus dedos por la zona sensible y rápidamente bajó su remera cuando llamaron a la puerta de su habitación.

Suspiró y se colocó unos pantalones cortos antes de abrir.

— Aizawa-sensei... —no era quién Midoriya esperaba— Pensé que era Kacchan ¿Qué necesita?

La ceja de Shota se alzó con duda ante la mención del ceniza.

— Pues lamento no ser quién esperabas, Midoriya. —extendiendo su mano, acercó un maletín metálico— Tu traje ya tiene las modificaciones que pediste.

Izuku no pudo decir nada más cuando tomó el maletín porque Aizawa dió vuelta sobre sus pasos y comenzó a andar. Bien, esa actitud le molestaba demasiado.

Dejó el maletín en el suelo y salió detrás de su profesor a paso rápido, logrando alcanzarlo a mitad del camino al ascensor.

— ¡Ya deje de actuar así! —la mano de Izuku tomó el antebrazo del azabache impidiendo que siga su camino. Shota lo miró expectante— Lamento si interpretó que me molestaba su visita, solo dije eso porque fue lo primero que pensé...

Aizawa disfrutó ver el gesto nervioso en el pálido rostro con pecas. Mentalmente volvió a contar las manchitas de sus mejillas, ya se sabía el número exacto, pero se dió el gusto de admirarlas.

— Tengo cosas que hacer. —que Shota se permita admirarlo, no quita que estaba molesto.

— ¿Por qué le desagrada Katsuki? —Midoriya evitó a propósito usar el apodo cariñoso que tenía para su amigo— Y no intente negarlo, se le nota a leguas...

— No me agrada que esté cerca de tí, es una mala influencia. —su cuerpo se volteó totalmente, observando de cerca la reacción del peliverde al escuchar sus palabras. El ceño fruncido del menor se pronunció.

— ¿Cuántos años cree que tengo? ¿Trece? —que defienda al mocoso que lo lastimó, solo lo hizo enojar más. Aizawa no entendía cómo podían llevarse tan bien y le desquiciaba que Izuku no viera las segundas intenciones de Katsuki.

Cuida tu boca, Izuku... —separó la mano que aún lo mantenía agarrado por el antebrazo y dió una mirada estudiada al pecoso antes de hablar— Él no es bueno para tí, pero tú eres el único que no lo ve.

La boca de Midoriya se abrió y cerró varias veces, sin lograr soltar nada. Había tanto que quería decir, tanto que guardaba dentro suyo y que le encantaría gritarle al maldito azabache.

— Que yo sepa, eso no le incumb... —la mano de Shota se deslizó por su mejilla hasta llegar a su mentón y sujetar con leve fuerza, silenciando sus palabras.

— Todo lo que tenga que ver contigo es de mi incumbencia, Midoriya... —la mano en su mentón lo hizo levantar un poco el rostro. Había bastante diferencia de altura— Claro que si me dices lo contrario, me alejaré.

El agarre desapareció pero aún así Izuku no encontró palabras para decir. Solo observó impresionado a Shota, con las mejillas totalmente rojas y un extraño calor recorriendo su cuerpo.

Ilícito °AiDeku°Donde viven las historias. Descúbrelo ahora