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— ¿Por qué te irás de todas formas? —Izuku rodó los ojos mientras se acomodaba mejor sobre la cama con una suave sonrisa, el hombre llevaba cerca de media hora hablando del mismo tema. Aizawa acariciaba con cuidado la piel desnuda mientras intentaba obtener respuestas, el zagal acababa de bañarse para sacarse de encima su propia esencia y seguía desnudo, oculto en las sábanas.

Estaban en casa del menor, aprovechando que su madre trabajaría hasta tarde y volvería en la madrugada para irse directamente al aeropuerto. Shota decidió quedarse un poco más, su cuerpo ansiaba estar cerca de Izuku cuanto fuese posible. Lo había extrañado tanto que no quería despegarse de él.

— El viaje ya estaba planeado, no voy a cancelarlo. —el hombre se encontraba sentado sobre la estrecha cama, reposando su espalda desnuda sobre el suave respaldar. Midoriya se apoyaba entre sus piernas, recostado de espaldas. Las manos de su maestro acariciaban la piel de su estómago y sus piernas distraídamente, los ojos negros de Shota lo miraban desde arriba con una fijación que le ponía los pelos de punta al chico— Además, le pedí ayuda a Toshinori para poder faltar, no puedo simplemente asistir después de haber causado tantas molestias...

— No quiero pasar tanto tiempo lejos de tí. —el mayor dejó un suave beso en los bucles verdosos, su voz salía aniñada. Estaba siendo un maldito caprichoso y Midoriya lo sabía, pero aun así quería intentar convencerlo de no irse a otro continente ahora que podían estar juntos nuevamente. 

— Deje de comportarse como un mocoso. —apoyándose sobre sus codos, el pecoso se estiró para darle un suave beso al hombre mañoso. El corazón de Izuku latía rápido y se derretía al ver esa faceta caprichosa del adulto. Más allá de saber que su maestro estaba intentando hacer que cambie de opinión, Midoriya no podía callar a esa vocesita en su cabeza que gritaba desesperada por decir algo que contente a Shota— Si no quiere estar lejos, puede ir conmigo...

Cuando los ojos negros del hombre se iluminaron emocionados, Izuku tembló. Las palabras habían resbalado sobre su lengua antes de si quiera poder pensarlas bien, solo quería borrar ese falso puchero que decoraba los finos labios. Maldito viejo, lo tenía comiendo de la palma de su mano sin si quiera intentarlo. 

— Era broma. —el chico sonrió bobamente, disfrutando los mimos que recorrían su piel desnuda. Amaba esa burbuja de intimidad que los rodeaba, había extrañado poder estar de esa manera con su pareja. 

— Ya no puedes arrepentirte. —Aizawa iría a cualquier parte a la que Izuku fuera, lo seguiría de cerca. La sonrisa del hombre parecía no querer abandonar su rostro al verse victorioso en la falsa batalla— ¿Crees que tu madre sospeche si nos cruzamos casualmente en el aeropuerto?

El zagal soltó carcajadas divertidas mientras se metía más entre los brazos de Shota. El mayor lo abrazó con cariño, repartiendo besitos sobre el cuello y los hombros del mocoso, sacando más risas que hicieron temblar su eufórico corazón dentro de su pecho.

— ¿Ya dejó de lado la discreción? —con cuidado de no aplastar a Aizawa, Izuku se volteó. Admiró al hombre de cerca, sentándose sobre su regazo y pasando los brazos detrás de su cuello para sostenerse, apenas había espacio entre sus cuerpos. La sábana resbalándose de su cuerpo, dejándolo libre. Con un suave empujón, Shota juntó sus torsos desnudos, la camisa del hombre decoraba algún lugar del piso de la habitación.

Shota deslizó sus manos a lo largo de toda la ancha espalda pecosa, sus dedos deslizándose sobre los músculos marcados en la tersa piel desnuda. El hombre le sonrió con un sentimiento que hizo revolver con amor el estómago del zagal. Cuando Aizawa lo miraba de esa forma, tan fija e intensamente, algo comenzaba a hervir en el interior de Izuku, haciéndolo poner inquieto. 

Ilícito °AiDeku°Donde viven las historias. Descúbrelo ahora