Cuando Aizawa se ponía a examinar objetivamente su pasado, no podía recordar nisiquiera una relación en su vida que haya sido llevadera o en la que haya podido ser él mismo. En su mayoría, terminaban por su culpa.
Normalmente no se esforzaba en mantenerlas demasiado, siempre con esa pesadez en la espalda de saber que en algún momento ese supuesto lazo que creía lograr con las personas se rompería irremediablemente.
Quizás se debiera a la relación de sus padres, que se pasó viendo toda su niñez y parte de su adolescencia, hasta que tuvo el dinero suficiente para escapar de ese nido de serpientes que en algún momento lejano llegó a considerar su hogar.
Tal vez el miedo constante de parecerse a su padre lo asfixió en alguna parte del camino. Nisiquiera se había dado cuenta cuando fue que pasó de tenerle terror a la figura de hombre que fue su padre para pasar a convertirse en una versión alterada de él.
No, no había heredado su clara adicción al alcohol ni su necesidad de consumir cigarros a toda hora del día. Sin embargo, había creado una copia barata de las infidelidades y el poco lazo sentimental que su padre había creado con su madre.
Cuando se ponía a recordar los primeros años de su vida, todo era un poco confuso. No lograba recordar el día exacto en el que su padre había pasado de ser el dulce hombre que volvía de una larga jornada de trabajo con un ramo de rosas en la mano, las flores favoritas de su madre, a ser el ebrio por el que llamaba la policía en la madrugada para que fueran a retirar al plantel de borrachos por algún pleito sin sentido en un bar barato.
Podía recordar la versión más cariñosa de su padre, un lado del hombre al que al parecer su mente se aferraba con cierto cariño.
Recordaba al hombre que, hasta su quinto cumpleaños, lo despertaba con un desayuno sorpresa y un gran globo en forma de animal. Los labios temblorosos de Shota se curvan en una sonrisa triste al rememorar esa época en la que se había obsesionado con los animales marinos y solía hablarle a su padre de las diferentes especies sin cesar. El hombre lo escuchaba con paciencia, haciendo algunas preguntas de vez en cuando.
Mágicamente, algunos días después de cada charla, aparecía un libro de biología marina para niños debajo de su almohada. Él aprendía nuevos datos y el ciclo volvía a repetirse infinitamente.
Hasta que ya no volvió a suceder.
Quizás todo ese cambio vino del desempleo repentino de su padre cuando él cumplió solo seis años, por culpa del quiebre de la empresa en la que el hombre trabajaba hace más de quince años.
O tal vez fue a causa de los meses siguientes a eso, en los que su padre no lograba encontrar otro trabajo y las deudas se acumulaban en la puerta como hojas en otoño.
La verdad es que ya no lo recordaba y hace tiempo que no lo intentaba comprender.
Porque cuando su mente viajaba a su niñez, solo podía escuchar los gritos de su madre en la planta baja de la casa cuando su padre volvía borracho y ella lo obligaba a encerrarse en el armario de su recámara en silencio hasta que no escuchara nada más.
O el llanto desconsolado de la mujer cuando su padre regresaba de cualquier cantina de mala muerte oliendo a algún perfume dulzón que le pertenecía a alguna amante de una noche.
Cuando Aizawa cumplió los diecisiete años, consiguió un trabajo de medio tiempo que le ayudaba a conseguir dinero mientras estudiaba y apenas tuvo el monto suficiente para pagar un cuartucho, se largó de esa casa.
Pero todo eso no importaba y tampoco importaban todos esos años en su adolescencia en la que juró no convertirse en alguien como él. Porque aquí estaba, más de veinte años después, llorando por perder a una pareja después de seguir el mismo patrón de comportamiento que su progenitor.
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Ilícito °AiDeku°
FanfictionAizawa es un héroe y profesor solitario que no pasa mucho tiempo pensando en sus sentimientos. Izuku es un estudiante fuerte y un poco sentimental que superó múltiples obstáculos para llegar a donde está. Esta obra nos llevará en un viaje alrededo...