Siempre que pensamos en generosidad nos viene a la cabeza prestar algún objeto o ceder en alguna situación. La generosidad puede ser mucho más grande, y me quiero centrar especialmente en las palabras y lo que conllevan.
Podríamos decir que la generosidad se basa en la idea de que, dando algo nuestro podemos alegrar o ayudar a otra persona. ¿Pero por qué solo se nos vienen a la cabeza objetos y favores? Ninguna de estas está mal, son buenísimas, pero existe una forma más sencilla de ser generoso, con las palabras; diciendo las cosas buenas o bonitas a las personas que nos rodean.
Tenemos que ser capaces de ver sus virtudes, y más importante aún, decírselas. De ese pequeño detalle, que puede costar más o menos, puedes desde sacar una sonrisa a un amigo, hasta alegrarle el día. Además, cuando nos fijamos en las cosas buenas de la gente, y las decimos, nos estamos ayudando a nosotros mismos, porque eso es una virtud que, como tal, vivirla nos hace más felices.
Muchas veces nos costará fijarnos en lo bueno, por eso tenemos que aprender a mirar con los ojos de Dios, que nos quiere y ama con locura. Así que te animo a que ahora mismo, y todas las mañanas al levantarte, digas: "¡Que vea con tus ojos, Cristo mío, Jesús de mi alma!" (San Josemaría).
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Quiero Ser Santo
SpiritualEste es mi granito de arena, un medio para dar a conocer a Dios, transmitiendo la formación que he recibido, a más personas. Y es eso, un medio, porque el fin (el mío, espero que el tuyo también, y el de ojalá todos) es ser Santo. Ojalá a todo el qu...