3-Como niños a nuestra madre

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Me llama mucho la atención el siguiente versículo: "y dijo: en verdad os digo, si no os convertís y os hacéis como niños, no entraréis en el Reino de los Cielos" (Mateo 18:3). Muchas veces nos enfocamos en "madurar", hacernos mayores y esas cosas, pero la realidad es que Dios nos quiere como niños. Con esto Dios nos pide que renunciemos a la soberbia y a la autosuficiencia, y que como niños le necesitemos en nuestro día a día y seamos capaces de pedirle ayuda.

Para ello, Dios nos ha dado a su madre, la Virgen María, para que acudamos a Ella con amor y con alegría de niños. ¿Por qué, qué mejor forma de ser niños que acudiendo a nuestra madre? Seguramente ninguna. Además, la Virgen siempre nos acompaña, y basta que le pidamos algo con un poco de cariño para que nos ayude haciendo uso de su contacto directo con Dios.

Existen un montón de formas de pedirle favores a la Virgen, pero sin duda la mejor de ellas es rezando el Santo Rosario. Muchas veces vemos el Rosario como repetir muchas veces las mismas dos oraciones, pero en realidad es una oración en la que el alma no se cansa de decir siempre las mismas cosas, y en la que se aprende a revivir los momentos centrales de la vida del Señor. Rezando el Rosario ocurren verdaderos milagros, y lo sé de la misma forma que sé que una madre hace siempre cualquier cosa por su hijo. Siempre que nuestras intenciones no sean egoístas, porque entonces, como a los niños, nos tendrá que corregir.


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