Hoy en día parece que todo el mundo se deja llevar por el "amor" (si, entre comillas). Todos somos más buenos que el pan, si algo le hace sentir bien a uno le decimos algo como: "¡adelante, hazlo! ¿a qué esperas?"; nos puede parecer bien o mal lo que haga, pero es su vida, es lo que le hace sentir bien (aparentemente), y por tanto es libre de hacerlo, y yo que soy súper buena persona le animo a ello. Y es que parece que lo prioritario está en animar a uno mismo, o a los demás, a que persigan ese sentirse bien que mal llamamos felicidad.
La realidad es que si, se puede sentir bien, pero en un momento puntual, durante unos días, o peor aún, durante unas horas o un rato. Y la felicidad no dura unos días, y más importante aún, la felicidad no es sentirse bien, en el sentido de que nada nos vaya mal. La felicidad es amor, pero un amor real, sincero y duradero. Es un amor que no se consigue, se vive, es un amor de entrega total, constante y voluntaria.
Intentar vivir ese amor es intentar vivir el amor que Jesucristo nos tiene, pues Jesús se entregó voluntaria y totalmente para siempre por nosotros en la Cruz. Nosotros por nuestra parte, podemos entregarnos en el día a día a las personas que nos rodean (familia, amigos, etc.). Pero muchas veces nos olvidamos de esto, porque cuesta, cuesta y mucho el estar ahí siempre dispuesto a ayudar al otro, al final es mucho más fácil mirar por uno mismo. Un lío de una noche, buscar ser el protagonista, ridiculizar al prójimo para sentirnos superiores, o quedarnos siempre con la mejor parte, son solo algunos ejemplos de actitudes que tomamos siendo egoístas y que nos alejan del amor de verdad, centrándonos únicamente en el bienestar propio y momentáneo.
Huyamos de ese amor de mentira, que nos hace creer que el dolor no debería formar parte de la vida. Porque el dolor es parte del amor, y entra dentro de la felicidad. Cuando el amor es real hace daño, porque esa persona o ese amigo nos importa; por amor hay que decir esa verdad que duele, pero evitará algo peor, por amor hay que dejar atrás alguna cosa que nos guste, y por amor será la razón por la que seremos felices de verdad. Dejemos de tener miedo a ese amor y sigamos a Dios, tengámosle como ejemplo, porque Él es amor.
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Quiero Ser Santo
SpiritualEste es mi granito de arena, un medio para dar a conocer a Dios, transmitiendo la formación que he recibido, a más personas. Y es eso, un medio, porque el fin (el mío, espero que el tuyo también, y el de ojalá todos) es ser Santo. Ojalá a todo el qu...