X

251 27 5
                                    

— Roier— llamo Cellbit.

— ¿Que pasa, mi amor?— sonrió dándose la vuelta para mirar al chico.

— Ahora que estamos aquí en privacidad... ¿Quem era esa mina? La que te hizo enojar en la tarde.

Roier guardo silencio unos segundos, buscaba que contestarle a su amigo.

— Ella es... Alguien que fue importante pero que me hizo daño y ya no lo es. Fin de la historia— volvió a sonreír y miro por la ventana del Uber.

— Sim eu posso te ajudar em algo, não dude em falar comigo, ¿Sim?— tomo la mano de Roier con suavidad, provocando que este voltear a verlo y pudiera ver la sonrisa que Cellbit le brindaba con amabilidad y seguridad.

— Claro. Gracias— le devolvió la sonrisa y continuaron el viaje en silencio, sin embargo este no era incómodo, era tranquilo, después de un día tan agitado y caluroso, lo que más disfrutaban era aquel silencio y el frío del aire acondicionado.

Poco después llegaron al hotel de Roier, que era el más cercano de ambos. Subieron hasta su habitación entre una pequeña plática del día y entraron.

— desculpe, ¿você pode-me dar um copo do água?— pregunto con cansancio mientras se sentaba en el sofá.

— Ay, si eres flojo, pinche Cellbit. Ya voy, ya va tu sirviente, chingada madre— dijo con falsa molestia, sirviendo el vaso de agua fría y entregandoselo a su amigo— ¿desea algo más, señor?

— ¿Você é uma opção?— Roier ante tal comentário se rió.

— Claro que sí, mi amor. ¿Cómo me quieres? Con tanga, sin tanga, con short, en toalla— enumeraba las opciones con sus dedos, hasta que Cellbit le agarro las manos y lo miro. No sabía por qué, pero aquella mirada lo había inquietado mucho, fue como entrar al infierno y salir otra vez en una milésima de segundo, hasta que Cellbit se rió.

— ¿Você quer ver uma película?— solto sus manos y camino hacia el control del TV, encendiendolo y revisando el Netflix.

Ahora Roier sentía el frío en sus manos, estaba incómodo por eso, quería otra vez que Cellbit tomara sus manos.

— Tá bien, solo si me abrazas, hace un chingo de frío— se sento al lado del brasileño y lo abrazo como niño pequeño— ¿y si pones una de terror?— sugirió mirando la pantalla

— Está bien. Te parece... ¿Así en la tierra como en el infierno?— miro a Roier, buscando alguna respuesta que no tardo mucho en aparecer.

— sí, sí. Me han dicho que es muy buena. Y depues ponemos una de Barbie

— KKKKK, ta bom. Então essa.

Cellbit puso la película y fue a por una manta y almohadas, a la vez que Roier fue a apagar la luz y a por unas galletas. Se sentaron y se acurrucaron junto al otro mientras comían.

Así paso una hora y media, Cellbit iba a levantarse pero Roier ya estaba dormido. Solo llegó a pensar en lo malo que era el susodicho para ver películas.

Lo cargo y lo recosto en su cama, lo arropó y volvió a la sala acostándose en el sofá después de acomodar y recoger todo.

Había sido un buen día para ambos, ignorando lo sucedido en la tarde con Sabi.

Con ambos dormidos, la noche paso rápidamente, despertando a Roier de primero los rayos del sol, ya que no cerró las cortinas y le dió de lleno en la cara.

— Puto sol hijo de la verga.— se quejo de mala gana y se levantó al baño para mear, lo típico de él. Poco después de lavarse las manos salió a la sala a buscar algo de comer, eso hasta que vio a Cellbit plácidamente dormido en el sofá. Se acercó con cuidado y lo miro más de cerca.

Solo no se le ocurrió nada mejor que molestar al pobre brasileño.

— ¡Cellbit, buenos días rey, despierta!— se sentó sobre sus piernas y comenzó a saltar hasta despertarlo, luego de despertar comenzó a hacerle cosquillas— ¡hora de levantarse! ¡al que madruga Dios lo ayuda, mi amor!

— ¡Roier, não! KKKK, ¡para pendejo! ¡¡Para!!— intentaba quitárselo de encima, pero estar recién levantado y ser atacado de la nada por cosquillas no lo hacía fácil. Así que pensó en lo mejor, tirarlo al suelo— ¡Quítate pendejo, culero!— cuando lo tiró, Roier se agarró de su camisa, tirandolo junto con él. Lo cual fue muy mala idea, porque aparte de que Cellbit ahora estaba sobre él en una posición un tanto comprometedora, este aprovecho de tomar el control y hacerle cosquillas.

— ¡No! ¡JAJAJA! ¡CELLBIT, DEJAME, CABRON!— pataleaba y trataba de empujarlo, pero ciertamente su plan lo puso en gran desventaja.

— ¡Desculpate!— continuo con las cosquillas, tocando cada punto débil del Mexicano.

— ¡Ya, para! JAJAJA ¡Me voy a mear, pendejo, para!

— ¡No hasta que você pida perdón!— Roier intento agarrarle las manos pero Cellbit fue más rápido y agarro las suyas, poniendolas sobre su cabeza y continuando su tortura— ¡Discúlpate y te dejo tranquilo!

— ¡Ok, ok! ¡Perdón! ¡Ya déjame! JAJAJAJA

Cellbit solto una risa y dejo de hacerle cosquillas, tocando su nariz para llamar su atención.

— Más te vale no volver a hacer eso, porque no tendré piedad la próxima vez— se acercó un poco para que Roier observará su sonrisa victoriosa. Aún que al contrario solo hizo que se sonrojara cuando cayó en cuenta de la posición en que estaban.

— Sí, sí, sí. Ya quítate a la verga.— dijo con nervios y lo empujó con cuidado, forzando una sonrisa para no incomodarlo por el momento.

Cellbit se levantó y lo ayuda a él a levantarse también. Él para suerte de roier no había caído en cuenta de lo que hacían, ni como estaban, eso le dió un alivio grande.

— Tenho fome, ¿você que quer comer?

— Salgamos a por unos tacos de canasta a la verga— se fue a su habitación a buscar sus zapatos, cartera y un suéter.

— Tá bom.

Cellbit sonrió e hizo lo mismo que Roier.

Ambos después de cepillarse los dientes, salieron a buscar una taquería, querían comer bien a gusto y así lo harían.




𝐵𝑎𝑟𝑟𝑒𝑟𝑎 𝐷𝑒 𝐼𝑑𝑜𝑚𝑎𝑠.  𝐆𝐮𝐚𝐩𝐨𝐝𝐮𝐨Donde viven las historias. Descúbrelo ahora