Japón, un país que podía ser un hermoso lugar para turismo, pero que era un infierno para los que Vivian ahí.
En especial en aquellas calles oscuras, que escondían el vandalismo, y todo lo relacionado a estos.
Nadie pensaría que las mafias tomarían de forma discreta cada territorio y proclamarlo suyo, y que los gobiernos no hiciesen nada porque estos tenían cierta alianza o relación.
Su impresionante belleza... no reflejaba la verdadera cara de la moneda de los civiles.
En un viaje agotador, un hombre de unos treinta y seis años aproximadamente viajaba de regreso tras un largo día de trabajo. Vigilando sus espaldas con tal de no cruzarse con alguien que robase el dinero recaudado para su familia.
Había salido un poco de las fuertes deudas que tenia con la luz, pagos atrasados, etc.
Pero a cambio de endeudarse con otras personas, teniendo ahora varios días de retraso en pagar la cuota del mes.
No pensaba que podía ser malo, debido a que había explicado que a veces la paga no era buena y tenia que hacer otros trabajos para traer un plato de comida a casa.
Supuso que no iba a ser tan malo y comprendería... ¿verdad?
Llegaba a casa por fin, al cual era recibida por su esposa con un fuerte abrazo, su pelo café oscuro y sus ojos del mismo color lo veían con el mismo amor que cuando lo conoció por primera vez, su admiración de no rendirse nunca y tratar de llevar todo al ritmo del presente le daban razones siempre de nunca haberse arrepentido de haberlo conocido y empezado a salir con el en la preparatoria.
En la mesa, yacía su hijo de ocho años y su pequeña hija de seis años. Yendo corriendo ambos también a abrazarlo, con la inocencia de ellos que pensaban que lo tenían todo. Y aunque fuera cierto, aun eran jóvenes para entender el oscuro mundo de la adultez y las deudas, la responsabilidad y la disciplina que hay que tener para mantenerse tanto como a uno mismo como a otros.
- Me alegra verte cariño ¿Cómo te fue hoy? – Preguntaba la mujer, manteniendo ese fuerte abrazo mientras lo miraba a los ojos, con una dulce sonrisa llena de comprensión.
- Bien, con esto he juntado para irnos de este asqueroso país. – quejaba el hombre, manteniendo su abrazo hacia ella y sus pequeños hijos. – y díganme ¿Cómo están los hermosos hijos de papá? – decía mientras acariciaba sus pequeñas cabezas, causando pequeñas risas en ambos.
- Hemos estado muy bien papá, mira, obtuve un cien de cien en el examen. – contaba su hijo mayor con mucho orgullo, mientras que la niña miraba un poco tímida a su papá.
- Y-yo me porté bien, la maestra me felicitó por un dibujo que hice, para ti. – decía la pequeña hija menor, yendo a la mesa y tomando un dibujo de su familia lleno de corazones alrededor.
- Aww, esta precioso mi pequeña reina. – Decía el padre muy contento, dirigiéndose a la heladera y pegándolo con cinta. Volviendo su vista también a su hijo – y También felicidades a mi hijo por sus altas notas, estoy orgulloso de ti. – decía este, obteniendo un "gracias papá" por parte de su hija, con felicidad por tal hermoso comentario de parte de su padre.
La pequeña pero unida familia se sentaba a comer en la mesa de madera un tanto antigua que tenían, con risas, conversaciones, casi todo perfecto como una familia que pese a los obstáculos estaban felices. Y que pronto esto podía terminar, porque emprendían un viaje al extranjero para comenzar una nueva vida.
Dejando todo atrás en lo que es para ellos "un odioso país."
Y, sobre todo, escapando de las deudas que tenía.

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El Contrato
FanfictionDenji, un joven de 16 años quien ha vivido una dura infancia, se entera que su jefe busca traicionarlo tras años de trabajar para el y los yakuza. A raíz de esto, Pochita lo salva sin necesidad de convertirse en su corazón. ¿Qué pasará a partir de a...