~Proteger~

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Un mes después de aquella cita, Emilio se sentía en las nubes. Había tenido unas cuantas citas más con el alfa, a veces se llegaba a quedar en su casa, incluso dormía en la misma cama que él y se despertaba a su lado.

Si pudiera flotar de la felicidad ya estaría en la luna. Todos en la guardería sabían que él estaba saliendo con el papá de Ares y la verdad se alegraban por él, y por el pequeño, haciendo la labor de su madre, entendía que para él era esencial.

Más bien, estaba un poco orgullosos de él, pues se había encariñado mucho con el niño y lo amaba como propio, no muchos omegas podían hacer eso, la mayoría querían hijos propios, no de otro omega.

Pero quizás se debió a que Ares estaba lavado, es decir, no tenía ningún aroma de omega y estaba necesitado. Él también lo estaba, lo más que quería era tener cachorros, un alfa, ser amado y amar.

No sabe si fue un ángel quien escuchó su deseo y envió a dos personas para que fuese cumplido. Un alfa necesitando ayuda y amor, y un pequeño necesitando atención y cuidados.

Emilio estaba más que dispuesto a dárselo, tenía mucho amor para los tres. Su "Jesus" era un alfa atento, quizás aprendió eso por tener que hacerse cargo del menor él solo, pues los cachorros necesitaban de mucha atención.

Le gustaba mucho eso, no, le encantaba, ver su celular y encontrar pequeños mensajes de Jesus, le respondía cuando podía, pues tampoco descuidaba a los demás chiquillos, antes muerto que eso.

El castaño quería dar otro paso, mudarse con el pelinegro, así podría estar a tiempo completo con Ares, pero no sabía si era muy pronto para hacer algo como eso. Podría ser un intruso en el territorio del alfa, sin embargo, ya había estado varias veces en su casa y en su cama, éste no mostró ningún signo de molestia.

Ser ansioso, nervioso e inseguro, esos eran sus defectos, tenía que lidiar constantemente con ellos, pero hacía lo mejor que podía para enfrentarlos, aún cuando las cosas parecían en su contra.

Siempre estaba allí con una sonrisa tratando de ver el lado positivo de las cosas. Nunca se arrepentiría de trabajar en esa guardería y estar a cargo del cachorro, menos de querer ser su madre.

Un día en particular, estaba en su trabajo en la guardería, Ares jugaba en el suelo con algunos peluches, eran las cuatro y media, los padres iban llegando poco a poco por los niños y niñas.

Todo iba bien, hasta que vió llegar a un señor mayor, con cabello negro intenso, parecido al de Ares, tenía los ojos negros y oscuros. No le dió buena espina.

- Buenas tardes, señor, ¿Puedo ayudarle en algo? ¿Se perdió? - preguntó cortésmente, tratando de impedir que entrara en el salón a su cuidado, no sabía quién era, no podía dejarlo entrar con los cachorros.

- Vengo por mi nieto. - dijo con simpleza y trató de entrar al salón, pero Emilio se atravesó.

- ¿Su nieto? Disculpe, señor, pero nadie dijo que vendría, ni siquiera sé quién es usted, no puede entrar, si me da más detalles puedo ayudarle. - lo único que quería era que se fuera, podía sentir la tensión en el aire, incluso algunos de los otros padres le miraban curiosos por la situación.

- Ares, ese es el nombre de mi nieto, vengo por él. - el corazón de Emilio dió un vuelco, y sus nervios se encendieron como pólvora.

- No puede llevarselo señor. Jesus  no dijo que usted vendría, él es su padre y no puedo dejarlo salir sin su autorización. - Emilio solo quería que se largue, Jesus le había mencionado que no se llevaba bien con la familia de la madre de Ares, nunca lo hizo y eso que solo los había visto un par de veces.

¿Mamá?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora