~ÄŘËŚ~

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Emilio tenía a el pequeño Ares sentado entre sus piernas, los demás cachorros le estaban rodeando, dibujando sobre hojas de papel.

-Bien, entonces, si mezclas el color amarillo con el azul se vuelve verde, ¿Si viste?- estaban pintando con sus pequeños dedos, la pintura no era tóxica para ellos, pero de todas formas miraba que no se fueran a meter los dedos en sus boca.

Ares solo miraba curioso a los demás cachorros, nunca había estado rodeado de tantos, y le daba un poco de miedo hacerlo, por eso no se separaba de él.

De vez en cuando Emilio acariciaba a el pequeño par hacerle saber que no se había olvidado de el, sonreía cuando lo escuchaba ronrronear ante sus toques tranquilos.

¡Maestro Emi, mirél- la pequeña Silvana de cinco años le mostró orgullosa su dibujo, los había puesto a dibujar frutas y ella habia echo unas uvas..

-¡Oh qué lindo Sil, se ven deliciosas!- Diego sonrió cuando vió el pecho de la pequeña hincharse con más orgullo.

Miró al pequeño Marcelo, quien estaba mirando su dibujo con una expresión insegura, sonrió ante eso, Silvana y Marcelo eran hermanos gemelos, pero muy diferentes entre si, mientras una era más confiada y decidida, el otro era muy tímido e inseguro.

Marcelo, ¿Me muestras tu dibujo?- preguntó y vió como el pequeño dió un salto en su puesto, lo miró y después a su dibujo, al final terminó mostrándolo. ¡Es tan bonito, es una deliciosa piña

Marcelo  se sonrojó y le sonríó, estaba más alegre y miraba su dibujo más orgulloso. Los demás cachorros también le mostraron sus dibujos y al final cuando todos terminaron de hacer sus dibujos lo puso en un mural, así todos podían verlos.

¡Es hora de la merienda y una siesta!- eso era algo adorado por los pequeños, quienes se fueron corriendo hasta donde estaba el baño para lavarse las manos.

Emilio puso a el pequeño Ares en su pecho, tenía una cangurera para cachorros así que se le hacía más fácil hacerlo. El solo tenía su chupón en la boca y miraba como ayudaba a limpiar a los demás.

Después fueron por sus loncheras y se sentaron a comer, Emilio calentó un poco el biberón de Ares para dárselo, el lo recibió gustoso, como si estuviera acostumbrado a el.

Era algo raro, pero supuso que ya le habían enseñado para poder venir a la guardería y que comiera sin mucho inconveniente. Al terminar de comer, varios cachorros estaban dormitando, los acomodó en sus camas y los arropó.

Diego siempre era el último en dormirse, pero después de un pequeño cuento siempre lo hacía. Emilio tuvo que acostarse con Ares en una cama, al parecer el no quería apartarse de el y no tuvo más remedio.

Al fin se durmió.-susurró viendo a la pequeña dormir tranquila junto a los demás cachorros, el aire acondicionado mantenía un

ambiente fresco y no se preocupaba por el calor que podrian tener.

-¿El nuevo te ha dado problemas?- Emilio miró hacia la puerta del salón, allí estaba Migel Layun, era el Omega encargado de la guarderia.

-Hum, no, estuvo tranquilo todo el día, no ha llorado casi nada.- murmuró cuando se acercó al mayor, era mejor hablar lejos de los pequeños así no los molestaría.

-Tendras algo para hacer que los cachorros te amen a la primera, Orozco dijo que no le gustaban muchos los extraños y por eso podría dar problemas. Layun era alguien mayor, bastante, le gustaban mucho los cachorros también, por eso había fundado el lugar.

Había podido tener un solo hijo, pero éste ya era mayor, e incluso tenía pareja.

-Lo sé, ésta mañana lloraba sin parar, pero se ha calmado bastante y trata de llevarse con los demás pequeños.- sonrió recordando como se había tratado de acercar a Diego incluso jugó un poco con el.

¿Mamá?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora