~Adaptarse~

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Emilio subía los escalones con las piernas temblando y el corazón en la boca. Iba hacia la casa de Jesús Orozco.

¡Había recibido una llamada de él!

Pensó que iba a morir de la emoción, aún sigue vivo, pero no por mucho, o eso cree.

Era domingo, el sol brillaba en lo más alto, resplandeciente. Se supone que era su día libre, y la guardería ese día cerraba temprano, Jesús le había pedido el mismo, por el celular, que fuera su hogar a cuidar a su hijo.

Se suponía también, que Jesús  pasaba los domingos con su pequeño, Pero había recibido una llamada para algo importante de la empresa que trabajaba. Por eso tenía que salir y no podía dejar a su hijito solo.

Estaba halagado, pues que fuera la primera persona en ser llamada por el de barba para que cuidara de su pequeño, mostraba que confiaba en él. Jesus  había dicho que le iba a recompensar después.

Decir que no estaba algo ansioso eso sería mentira.

Ahora estaba enfrente de la casa trago saliva fuertemente. con su mano temblorosa tocó el timbre. Esperó unos segundos antes de que la puerta se abriera, era Jesus y tenía su traje a medio arreglar.

- ¡Emi, me alegra que llegaras tan rápido! - el alfa le dejó lado para que pudiera entrar.

Cuando lo hizo, el aroma a cedro lo golpeó en la cara fuertemente, todo el sitio olía él, era su territorio y entendía que lo hiciera, también había un ligero aroma a cachorro en el aire, el lugar era espacioso y ordenado.

Jesús era un padre responsable y lo sabía, miro como el alfa acomodaba su corbata y se ponía su chaqueta, de verdad esa junta debía ser importante, pues ese traje de marca negro no era para solo una reunión con amigos.

- Ares  está durmiendo su siesta en la segunda pieza del pasillo, también es mi cuarto pero eso no importa. Hay puré de manzana en la heladera y unos biberones ya preparados. Cualquier cosa me llamas. - Jesús  terminaba de arreglar su traje mientras hablaba, recogió sus llaves y salió por el pasillo hacia la puerta,Emilio vio un maletín sobre una silla, lo tomó y fue tras él.

-¿Esto no es importante? - Jesús se estaba arreglando los zapatos en la entrada, volteó para verlo y le sonrió.

- Sí, gracias, Emi. - esperó a que estuviera de pie para poder darle el maletín. Jesus lo tomó pero también pasó una mano atrás de su cuello y lo atrajo para darle un beso en la frente. - Vuelvo para las nueve, lo prometo.

El pelinegro salió, dejándolo allí en el pasillo con su rostro rojo y su corazón latiendo fuerte en su pecho, la misma sensación cálida de antes se instaló en su estómago.

Volvió despacio por el pasillo, camino hasta donde estaba el pequeño Ares, abrió la puerta despacio, casi cae al suelo, el aroma del alfa era mucho más fuerte allí.

- D-dios. - jadeó por suerte el pequeño Ares dormía tranquilo y no lo vería tan vulnerable, caminó hasta la cama y tomó una de las almohadas para pegarla a su rostro. - Es tan bueno.~

Momentos después se dio cuenta de lo que hacía, sacudió su cabeza y dejó la almohada en su lugar. Fue hasta la cuna en donde dormía El pequeño, era tan adorable ver cómo se chupaba un dedito mientras estaba entre sueños.

- Cosita preciosa. - acaricia su cabello al uno con cariño, Ares arrugó su pequeña nariz y fue abriendo los ojos de poco a poco, fijó su mirada rojiza en él. - Perdón por despertarte, si quieres puedes seguir durmiendo.

Susurró, pero el pequeño tenía otros planes, ahora estaba completamente despierto y sentado en su cuna, estirando sus bracitos hacia él.

- ¡Ba-bal - exclamó con una sonrisa y Emilio sabía lo que quería. Lo cargó poniéndolo sobre su hombro, Ares acercó su rostro a su cuello aspirando su aroma.

¿Mamá?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora