III. Mi boca saborea tu corazón.

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“—¡Kacchan, ve más despacio!—se quejaba agitado un niño de grandes ojos verdes y azabache cabello—. Me estás dejando atrás.

—¡No lo haría si no fueras tan lento!—quejó devuelta el otro niño rubio. Sin embargo, bajo el ritmo de su caminata, quedando a la par con el otro, quien al notar esto solo sonrió. Sabía que decir algo al respecto sería su perdición—. ¡Quita esa sonrisa estúpida de tu cara, estúpido Deku!

Bueno, al parecer las sonrisas también tenía que guardarsela.

Siguieron caminando por el pequeño bosque hasta llegar a un lago. No era profundo en realidad, sin embargo tenía una altura medianamente alta para aquellos niños de 4 años. Por suerte el lago contaba con un tronco que funcionaba como puente hasta el otro lado.

Aunque, este lucía resbaloso por todo el musgo y moho que tenía, esto debido a la humedad.

—Kacchan, no creo que sea seguro pasar-

—¡No seas un cobarde, los héroes nunca tienen miedo. Por eso eres mi secuaz!—lo regañó el rubio—. Voy a pasar yo primero para que veas que es seguro. Es mi trabajo como héroe mantener a salvo a los extras—dijo con mucha seguridad y arrogancia el pequeño de ojos rojos.

—¡Kacchan es genial!

El Katsuki infló su pecho con orgullo. Tener a Deku como su secuaz era muy bueno, lo halagaba todo el día,le recordaba lo bueno que era... si, sin duda cumplía bien su trabajo como su séquito.

Mientras el menor de los Bakugo pensaba sobre lo bueno que era ser halagado por el otro niño, no se fijó en donde pisaba y resbaló del tronco.

—¡Waaah!—fue lo único que dijo hasta caer en el agua, terminando empapado de pies a cabeza.

—¡Kacchan!—gritó el otro niño, altamente preocupado.

Una vez Katsuki reconoció su caída, se sentó sobre sus rodillas, sobando ligeramente su cabeza, queriendo disimular el dolor que tenía en esa parte. «Los héroes no sienten dolor» se recordó a si mismo.

—Estoy bien, De-

Volteó hacia arriba buscando el niño de pecas, sin embargo no lo encontró. Al contrario, el pequeño estaba a su lado, mojando sus zapatos rojos y medias de All Might, extendiendo su mano.

Con una mueca extremadamente preocupada.

¿Qué mierda de cara era esa?

¿Dónde quedó su cara de admiración, que confiaba plenamente en él?

Odiaba esa cara.

Solo se cayó, él era fuerte, él era capaz.

No había porque preocuparse.

—¿Estás bien, Kacchan?

Katsuki entonces golpeó la mano, indignado.

—¡Por supuesto que sí, Deku. Los héroes nunca nos lastimamos, siempre salimos bien de cualquier problema!—gritó Katsuki, ofendido por la pregunta.

El niño de pecas, generalmente tímido, entonces encarnó las cejas.

Izuku estaba molesto, lo cual no era común.

—¡Eres un tonto, Kacchan. Claro que los héroes se lastiman!—gritó de vuelta el pecoso, casi tan ofendido como Katsuki—. Para eso están los secuaces, para ayudar cuando los héroes salen heridos.

No Me Muerdas, Imbécil!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora