01. Dany

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      — DAENERYS, VISENYA III HA MUERTO— el estiradísimo Viserys III anunció agitando nerviosamente sus manos, aquello que era previsible. La muerte había hecho tan pequeña a su familia como gigante al reinado del Usurpador Robert Baratheon.

La deserción, el fallecimiento de un miembro más de la derrocada familia, parecía ser irreal ante la mirada perdida de la jovencita que no tardó en estallar en lágrimas.

La desgracia que se avecinaba sobre la pobre e inocente Daenerys era mucho más grande que la muerte. Allí, en su danza desesperada por sostener las partículas de aire que alguna vez su hermana había respirado, en sus convulsionados pulmones, a Daenerys le hizo falta tan solo encontrar sus ojos con los de Viserys para saber que a partir de ese entonces, él era su dueño.

Para Daenerys la muerte de Rhaella, su madre, era simplemente invisible. Era tan cruel no recordar su fallecimiento, puesto que en el mismísimo momento en que la vida la recibió al salir de entre sus entrañas, la mujer desertó en su existencia. Y Viserys III, su hermano, solía reprochárselo con constancia, en susurros malditos y ligeros escapándose de la tutora de ambos.

Daenerys recordaba muy bien cómo era sentirse, no un monstruo o un demonio, sino más bien y aún peor una absoluta desgracia. Con el simple hecho de nacer, ni siquiera existir intencionalmente, había dejado huérfanos a sus hermanos. Sin embargo sus lágrimas parecían esfumarse con el abrazo y la sonrisa de su tutora, la mayor de todos los hermanos que alguna vez había tenido: Visenya, la tercera de toda la historia Targaryen, la mejor de todo el mundo y la historia. Casa.

"Tus lágrimas se esfuman tan rápido como las nubes cuando un dragón vuela en el cielo, el dolor no existe para un Targaryen, en nuestra sangre todo menos la gloria y el fuego eterno, se esfuma" solía decirle desde su tierna infancia.

Hacía bastante tiempo que Visenya había desaparecido, siete lunas llenas en total. Bajo el cuidado de los últimos fieles guardias, habían quedado los jovencitos Viserys y Daenerys, así como también la aparición de la mayor.

Con la convicción de que no eran demasiado buenos buscando a su hermana, Daenerys se escapaba de entre las garras de su estirado hermano así como también de los Guardias.

Ellos eran demasiado inocentes como para descubrir el escondite de Visenya, pensaba la muchachita, y Viserys demasiado arrogante como para preocuparse por el desertar de su hermana: la legítima heredera del Trono de Hierro luego de la muerte de Rhaegar y sus padres.
 

En ausencia de la heredera, Viserys comenzaría a ser cada vez más grande, más importante, más utópico, más arrogante, más violento.

La insultaría cuantas veces quisiera, la tomaría por la fuerza, la deshonraría como los Guardias hacían con las mujeres a plena luz del día, en esas extrañas Casas del Placer.

Lo primero que Viserys hizo en ausencias de su hermana mayor, claro luego de estirarse más que un rey, fue ordenar a los Guardias que encerraran a Daenerys en una habitación prohibiéndole ver la luz del sol y escaparse en busca de Visenya. Con el desespero propio de la libertad gestada en la crianza bajo la tutela de su hermana mayor, Daenerys ejerció resistencias ante tal autoridad.

Él comenzó a adueñarse de ella de una manera lenta y tortuosa. El primer paso fue decirle la verdad, o lo que al menos suponía era verdad: VISENYA HABÍA MUERTO.

— Emboscada por los soldados del Usurpador fue torturada hasta desaparecer en quién sabe cuánta crueldad. Límpiate ya esas lágrimas de niña tonta. A partir de ahora, contén tus caprichos si no quieres despertar al dragón. A partir de ahora, eres una mujer y debes lucir como una para que los hombres nos ofrezcan riquezas y ejércitos para devolverme el Trono que me pertenece y darme la espada para matar a ese Usurpador yo mismo— comentaba ese día Viserys III acercándose a ella a pasos ligeritos y elevando su voz poco a poco.

𝐃 𝐀 𝐑 𝐊 | 𝐠𝐨𝐭 & 𝐡𝐨𝐝Donde viven las historias. Descúbrelo ahora