Capitulo 2-

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El ardor en su garganta aumentaba atrasadamente mientras más consumía de su preciada bebida alcocholizante, dejando un dolor que ya era común en el chico de cuencas y cabellos parados. Su mano derecha mantenía sosteniendo su Smirnoff, mientras que la otra se mantenía en el cuello del contrario, sosteniéndose minimamente de él mientras bailaban y estaban a punto de besarse.

Hasta que sintió una mano en su muñeca, arrastrándolo hacia las afueras del bar en el que estaba, apartándolo velozmente del chico con el que bailaba, y logrando divisar a la persona que lo guiaba, esos cuernos que podría reconocer en cualquier lado, no por nada estaba enamorado de él, conocía muchas cosas del ojí-gris, que probablemente ni su propia madre había conocido antes de morir.

-..Tord?... Que haces aquí?...

Mencionó Thomas con la voz enredada y varios sonidos provenientes del hípo que tenía gracias a los efectos del alcohol, observandolo con sus cuencas decaidas que demostraban cansancio, su cuerpo un poco más robusto que el suyo, y mirando los pocos centímetros de diferencia a favor del cuernudo, el cual estaba callado, con paso apresurado, y con una ropa un tanto inusual, como si le hubieran interrumpido el descanso de la noche. Tenía una camisa de tiras gruesas gris, logrando exponer el cuerpo robusto de Tord, mientras en la parte de abajo solo tenía una pantaloneta suelta color negro con rallas blancas a sus costados. Tom, mientras, no podía tener ropa más fuera de lo usual, una camisa pegada con mangas cortas negra, con el dibujo de una calavera en mitad, sus jeans olgados y rotos, que lo hacían verse de una forma más femenina de lo que en realidad es, unas cuantas cadenas decorando la parte de su pantalon, y el resto, como sus manillas pegadas, sus zapatos, sus coderas, todo, era de un estampado de ajedrez; cuadros blancos y negros en un patrón diagonal.

En la mirada del noruego se le podía notar un poco de vergüenza y cansancio, pero sus mejillas tenían un sonrojo que decorába su expresión de una manera muy -inexplicablemente- tierna.

-¿Que crees que hago?, tuve que venir a evitar que te acuestes con cualquier estúpido que te encuentres en el condenado bar.

Su tono era de molestia, confundiendo un tanto al de cuencas, que lo miraba, analizando su aspecto de arriba a abajo.

-Aww~, ¿que acaso te preocupas por mí, commie?.

El noruego suspiró, reflexionando sobre lo que pronto haría, gracias a que recordó que los efectos del alcohol la mayoría de veces lo hacían olvidar todo lo que hacía o pasaba.

En un segundo se paró, estaban al frente de la casa, y todavía tenía a Tom agarrado de su muñeca, haciendo presión, no la suficiente para lastimarlo, pero si la suficiente como para causar por lo menos un quejido por parte del más bajo.

-¿No vamos a entrar, commie?.- Habló el cuencudo, con confusión por el repentino freno de Tord -Por qué si no vamos a entrar no entiendo para que me trajis...- Thomas no pudo terminar la oración al sentir los labios de Tord sobre los suyos, correspondiendo instintivamente, convirtiendo en lo que hiba a ser un pequeño beso con los sentimientos de cada uno grabados en él, en un beso necesitado, con los jadeos de Thomas, el cual estaba siendo recostado contra la puerta, con los brazos en el cuello de su contrario, quien tenía las manos en su cadera, brindando toques suaves, pero lacsivos. En momentos en los que se separaban para respirar, se dirigía al cuello de él más bajo para brindar cupones y besos, haciendo que este volteaba la cabeza para que el otro tuviera mayor accesibilidad a su cuello.

Cuando por fin los dos se miraron, podían divisar sus ojos perfectamente, estaban perdidos en sus miradas, recordando el día anterior, en donde también habían quedado hipnotizados con las retinas del otro, aunque fuera en medio de una pelea.

Eyes don't lie...

Los dos se odiaban, o por lo menos eso creían.

Thomas amaba a Tord, desde hace mucho quizás, y Tord siempre amó a Thomas, desde que lo conoció.

Ahora, por fin había pasado lo que ellos más deseaban en sus adentros.
Por ahora, solo queda disfrutar de lo poco que queda para que todo pase, y se derrumbe. Sus preocupaciones se hiban, especialmente las del de cuernos, pues el debía descansar, antes de llevar a cabo todo lo que pronto pasaría.

Esa noche, los dos dejaron todos los complejos de lado, y solo disfrutaron de él que tenían al frente.

. . .

La luz del sol le daba a la cara, dando a sus "ojos, haciendo que se despertara por la creciente luz. Y al abrir sus ojos, logró ver que no estaba en su habitación.

Los recuerdos volvieron a su mente como balas atravesando su estómago, dejando inmovilizado su cuerpo una vez más, estaba siendo tapado solo por una fina sabana roja, y sus bóxer estaban... Bueno, por lo menos no estaba completamente desnúdo.

Abrió el armario de Tord, y tomó la prenda más grande que se encontró, un saco rojo con pequeños desgastes y manchas negras en sus mangas, parecía gasolina. Se lo colocó y abandono la habitación, hasta ese momento no había notado el gran dolor que sufría su cabeza, con la resaca tan fuerte que estaba experimentando, bajo las escaleras, encontrándose con sus dos amigos charlando y desayunando.

-Buenos días Edd, buenos días Matt.

Habló el de saco rojo.

-Buenos días To...- La cara de Edd se congeló por unos segundos al ver el estado de él de cuencas, su cabello revuelto, sus ojeras notorias, sus marcas y chupetones en el cuello, el hecho de que solo llevara unos bóxer y un saco de Tord tampoco ayudaba. -Tom, ¿tú y Tord son...?


-No quiero hablar de eso...

Todos se quedaron callados, hasta que Matt siguió hablando de sus espejos como si de un niño se tratase, distrayendo a Edd.

Thomas sintió unos brazos rodearlo por su cintura desde atrás, y alguien había reposado la cabeza en su hombro, dirigiéndose a su cuello, hasta que sintió que le susurrarle algo a su oreja.

-Buenos días, Tomee.

Todo híba muy bien, demasiado, era muy pacífico.

Toda esa paz, va a ser la última en mucho tiempo.

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04/Dic/2023
1058 palabras.

¿Volver?- TordTom ¡CANCELADA!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora