"Un día la luna te llamará, Aphelios"
Las diosas poseen un lenguaje peculiar, sobre todo cuando mujeres las representan, los aspectos de la luna y el sol guardan secretos tras el manto de los portales espirituales, Runaterra arrebatada poco a poco d...
"Eres el primero en mis sueños, pero es a otro al que pertenezco..."
Sus ojos sombríos miraban al frente con suplica, sus manos sostenían su pecho cargado de una punzante necesidad dolorosa de lanzarse al abismo que en sueños le separó de aquel hombre.
"Settrigh..."
Nunca antes se sintió así, atrapado en una visión de su inconsciente, cuando soñaba con el fornido espíritu albino que ahora yacía dormido cerca de su lecho, no despertaba con aquella sensación agitada en la piel.
Conocía lo que era el afecto por medio de las perspectivas espirituales, estas abrieron brecha a sus ojos y con ellas finalmente su corazón pudo comprender lo que era amar sin ataduras a alguien, pero no era su amor el que sentía, era amor del espíritu de la luna, alguien de quien desconocía las facciones, los rasgos, pero si el arma de los adeptos supiera la concordancia idéntica de cada poro en sus pieles, sabría que eran el mismo, solo que en distintos mundos.
Lo que conocía, eran las plenas emociones del espíritu de la luna, de un fragmento de su alma, que era él mismo, pero a su vez no lo era, distintas experiencias vividas, misiones, enemigos, trayectoria, vida eterna, mortalidad, poseían cualidades disimiles, pero el mismo destino, amar al mismo hombre desafiante en páramos contrapuestos por dictamen divino, ser el representante físico de la luna, el devoto más fiel a la madre astro.
El arma de los adeptos volvería a su yo espiritual cuando la muerte tocara su puerta y pasaría a ser uno con él, pero aquel fragmento debía aprender, nutrir su yo espiritual de experiencia.
Era su camino marcado por la diosa madre y Settrigh, su destinado por la luna.
Acarició su hombro en un intento quedo de relajar su alterado organismo, ansioso, temblaba con sutileza, después de tanto tiempo sin emoción alguna, con la consciencia apagada por el dolor, las actuales sensaciones le abrumaban de sobremanera, el destilado de Noctum arrebató de si tanto, ahora el mismo mundo de los espíritus vino a él para recordarle como se sentía.
Su consciencia se tornaba turbulenta.
—"Ruego a la luna, me deje verte una vez más..."—La suplica estaba en su mente, fueron segundos en los cuales sus miradas se cruzaron, solo eso, pero lo añoraba como si le conociera de toda la vida, amar no era la palabra indicada, respondía al llamado, su cuerpo actuaba por si mismo, la necesidad de su calidez era profunda.
Sus oscuros ojos fueron al albino cabello, no muy lejos de si, suspiró, no quería despertarlo, por ello volvió la vista hacia la pared de lóbrega roca, tragando su propia saliva, miró sus dedos, descubiertos de guantes, era consciente de su propia existencia por primera vez en mucho tiempo, por extraño que pudiera parecer, añoraba estar lejos de donde reposaba.
Ambas contrapartes de la luna, mortal, inmortal, deseaban lo mismo. Añoraban a su contraparte silenciosos, complementados, la melancolía se extendió a lo largo de toda la noche.
Uno y otro se acompañaron en silencio, complementando su extraña soledad.
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