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Yeji nunca fue mucho de ver las noticias en la televisión, no le agradaba lo que mostraban. Siempre confió mucho más en la radio y más en los independientes. Sin embargo, ese día de abril de los 2000 se encontraba sentada en el sillón de su casa, junto con su madre y hermana menor, viendo la noticia que arruinaría a su familia. Su corazón se detuvo al ver que uno de los nombres era el de su padre, acusado por corrupción política. 

"Según investigaciones, esto va más allá de los gastos irresponsables de los fondos de la ciudadanía. Se le imputa de haber interrumpido los recursos destinados a la educación del país, dificultando a nuestros jóvenes el derecho de una educación de calidad que los estudiantes de hoy no dejan de luchar en las calles, días y noches enteras."

La madre apagó la televisión y se levantó del sillón para dejar a sus hijas a solas. Con la imagen de su padre siendo llevado esposado entre la multitud. Yeji soltó un largo suspiro y se levantó de su lugar para ir a entrecerrarse a su habitación. Sus padres no necesitaban explicarles las cosas para que entendiera la situación. Era muy inteligente en demasiadas cosas. Sin embargo, su hermana menor de 12 años, Yuna, no sabía que el encierro de su padre significaba que toda su vida iba a cambiar, mucho más de lo que sé imaginaria si le contaría lo que estaba pasando. 

—Haz tus maletas—le dijo su madre mientras sacaba del mueble debajo de la televisión, los DVDs de sus películas favoritas.

—¿A dónde vamos?—su madre se detuvo y la miró a los ojos. Su madre siempre fue fría, estricta y sobre protectora, todas las madres de ese mundo lo eran. Sin embargo, en ese momento vio por primera vez como su cara cambiaba a otra expresión que no sea desagrado. 

—No lo sé, cariño—se sentó a su lado y le acarició la espalda—Ojalá mi amiga de la universidad me dé un techo. 

—No lo hará—dijo Yeji con sus cosas ya listas—Nadie con sentido común ayudaría alguien relacionado con mi padre, yo no lo haría. 

—No toda la gente es como nosotros, mi amor—suspiró la madre y le dio una seña para que se acercara—. Necesito que, ambas, me prometan que dejaran en esta casa su egoísmo y su orgullo, junto con el dinero y las comodidades—estiró su dedo meñique—necesito que dejen en esta casa toda su antigua vida de tal forma que no deben de extrañarla ni hablar de esto con nadie. 

—Mamá, me estás asustando—dijo Yuna. 

—Lo que hizo su padre es algo que si yo lo hubiese sabido, lo hubiese prohibido que siguiera haciendo. Es por eso que deben de prometerme que deben de dejar decir que su apellido es Shin, ahora tomaran solo mi apellido, Hwang—lo decía con tanta seguridad y odio, que ambas chicas nunca sacarían esa imagen de su cabeza. 

Yeji juntó su meñique con el de su madre. Yuna lo dudó ¿Por qué estaba pasando todo eso? ¿Que tan grave es lo que hizo su padre? Miró a su familia, no entendía nada y eso le incomodaba. Se mordió el labio, tenía miedo y quería llorar ¿Dejar todo? No era tan idiota como para darse cuenta de que eso también significaba dejar a sus amigos. Su mundo. Miró a Yeji ¿Cómo es que ella estaba tan segura de seguir a su madre? ¿Qué sabia lo que ella no? Su hermana mayor siempre fue de escuchar la radio, leer libros, estudiar y saber lo que pasaba en el mundo. En cambio, ella ni siquiera sabia el porqué todos los días había protestas en el centro de su ciudad. 

Juntó el meñique con el de su madre ¿Ni siquiera se iba a despedir de sus amigos? Se preguntó Yeji. Pensó que lo mejor era no hacerlo, los padres de sus amigas no eran como el suyo, mostraban ser buenas personas, desde su punto de vista. Además, si Karina o Giselle le dijeran que se van del colegio para hacer una vida alejada a la de su padre, ella sin dudar diría que merecen sufrir lo mismo que sus padres, que todo sus lujos, su ropa, su cama, fue comprada con el dinero que debía de ser para los colegios de bajos recursos. 

Entendería perfectamente el desagrado y enojo que podría tener sus amigas y es por eso que se negaba a verlo. Ella ya sabia que no se mereció vivir por 17 años un mundo lleno de comodidades. 

Las tres miraron la puerta cuando escucharon a la policía. Su madre se alejó para ir a abrirla y Yuna le agarró la mano a su hermana ante el miedo de lo que podría pasar. Yeji también tenía miedo. Ambas se pusieron a una esquina cuando los policías entraron a revisar el lugar, periodistas y gente desconocida también entraron, todos tocando todos los mueblo y revisando todo los lujos que tenian, ambas observaron como habia gente que robaban, sin descaro, sus cuadros, su televisión, su ropa. Todos querían que todo lo que su padre gastó fuera devuelto y es por eso ya nada de esa casa, desde ese momento, nada les pertenecía. 

Su madre le agarró la mano a sus hijas y, tratando superar la marea de gente desconocida, las sacó del lugar. Sin maletas ni siquiera un celular. Ellas ya no tenían nada que hacer en lo que por tantos años llamaron hogar. Su madre caminó con firmeza por las calles, la gente joven las insultaba, también los padres. Yeji bajó la mirada ante la humillación y escuchó el sollozo de su hermana menor. Ambas se imaginaban a sus amigas entre la gente, insultándolas y preguntándose como es que llegaron a criarse con ese tipo de personas. Su mundo era cruel, eso lo sabían desde siempre, ellas eran crueles, sin embargo, era la primera vez que lo notaban y les dolía.

En ese momento, ambas se prometieron no volver a ver a su padre. Se negarían toda su vida a que son hijas de aquel hombre. Se prometieron que de sus labios nunca saldría el apellido Shin. Yeji, por su parte, se prometió no volver a pisar esas calles, ni a ser feliz. Se sentía una basura por tener los genes de su padre. 







Soy una exagerada y dramatica, sorry xd





Feel Special [ITZY]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora