Mientras nadaba hacia el ensayo con un sándwich en mis manos, veía a los ciudadanos viviendo una vida pacífica, sin reglas estrictas, libertad absoluta y sin tener guardias que los sigan a todos lados con el fin de protegerlos.
A veces los envidiaba.
Llegué al lugar y dejé mis cosas en donde estaban las de los demás, empecé a estirar mi cuerpo mientras me dirigía hacía los otros bailarines. Mi brazo aún está un poco morado pero lo puedo manejar y mí pierna está casi como nueva.
- ¡Posiciones! - gritó Yujin haciendo un par de palmas para llamar nuestra atención.
- Hola Eunmin - brinqué en mi lugar al sentir aquella voz detrás mío, lo sentí tan cerca de mi oreja que me recorrió un escalofrío de pies a cabeza.
- Ho-Hola Sunoo - dije al darme vuelta para mirarlo.
- ¿Desayunaste? - asentí con mi cabeza y este sonrió aliviado - ¿Tus heridas cómo están?-
- Mejor -
﹏
Salimos del ensayo totalmente agotados, pero satisfechos porque fue una buena práctica la de hoy, siento que mejoro cada vez y eso me mantiene orgullosa.
- Eunmin - llamó pero levanté una mano para que no siga hablando, sabía del tema que tocaría.
- Ya hablé con mi padre, no necesito un guardaespaldas, no por algo personal hacia ti - hablé calmada, manteniendo mi mirada en el camino - Pero no quiero que alguien me siga por protección -
Se tornó un silencio un poco tenso en el ambiente, el enojo de aquella propuesta apareció haciendo hervir mi sangre, pero de repente sentí caricias en mí cabello, relajándome, por lo que lo miré asombrada deteniendo el paso.
- Eres valiente en decir lo que quieres - mis mejillas ardieron ante su cumplido y sacó su mano de mí cabeza - Vamos - empezó a alejarse y yo simplemente lo seguía con la mirada, aún impresionada de lo que acaba de pasar.
¿Cómo pudo relajarme con unas simples caricias?
Comencé a nadar hacia él, sintiendo una suave voz que tarareaba una canción, opté por no decir nada ya que era hermosa la melodía que escuchaba, moví mi cuerpo levemente de lado a lado con los ojos cerrados.
De repente sentí su mano agarrar la mía e hizo que diera una vuelta, tomándome por sorpresa, se estaba dejando llevar por la canción, sonreí levemente para luego sentir como soltaba mi mano.
- Lo siento, me dejé llevar - dijo rascándose la nuca con una sonrisa avergonzada.
- No pasa nada -
﹏
Al llegar al castillo, Sunoo dejó de tararear, hicimos una leve reverencia en manera de despedida, pero me enderecé al ver unos animales acuáticos dirigirse directo a la puerta de entrada, fruncí el ceño confundida.
- ¿Qué pasa? - preguntó el pelinegro dándose la vuelta.
Noté que eran peces espada, por lo que tomé la muñeca del contrario y lo jalé hacia mi derecha, logrando que esos peces quedaran atrapados en la reja, pero lograron zafarse de eso.
- ¡Vamos! - gritó abrazando mi cintura para así jalarme hacia el lado contrario en donde se encontraban aquellos animales.
Visualicé dos guardias atrás de los peces con sus tridentes en mano persiguiéndolos. De repente me sentí impotente al no poder hacer algo en defensa mía.
Capaz papá tenía razón.
La dirección del pelinegro fue hacia arriba, captando que varios guardias rodearon a los peces espada, suspiré aliviada y miré al contrario, quién observaba con atención aquella escena, supongo que para confirmar que ya no había peligro.
- Listo, estás a salvo - dijo para así dirigir su vista hacia mí.
Nuevamente estábamos cerca, y como si se hubiera congelado todo, mantuvimos nuestras miradas conectadas, sentí de nuevo mis mejillas arder y noté que las del contrario mostraban un leve color rosa, haciendo su imagen más tierna de lo que ya es.
Sentí mi corazón latir rápidamente, tanto que creí que se saldría de mi pecho, observé con atención sus ojos marrones y, como si fuera irreal, un claro brillo en ellos, no entendía la presencia de eso, pero esa mirada me hacía sentir... cálida.
- ¡Señorita Eunmin! - aquel llamado hizo que nos separemos rápidamente y miremos a los guardias - ¿No se ha hecho daño? -
- N-No, estoy bien, g-gracias - hablé un poco torpe.
- Debemos acompañarla hasta el castillo por órdenes del rey - suspiré frustrada y miré por última vez a Sunoo, quien mostraba calma ante la escena, se despidió con una leve reverencia y se fue.
En el camino a mi habitación, mi cerebro solo proyectaba la mirada del pelinegro, sintiendo confusión de repente.
¿Qué es lo que me pasa?
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love in atlantis ლ sunoo ✔
Любовные романыcapaz fue la casualidad que tanto esperaba.