乁 al día siguiente
Mientras intentaba borrar de mi mente y del pasado lo que hice anoche, me daba golpes con la almohada en mi rostro, ¡no era yo la que quería dar la iniciativa!
- ¡¡Maldita sea, maldita sea, maldita sea!! - grité contra la almohada para que no se escuchara por todo el castillo la vergüenza hacia mí misma.
Me senté con rapidez aún abrazando el objeto esponjoso y un fuerte dolor en mi espalda baja se presenció, puse mi mano sobre la zona para así masajearla, supongo que fue por el golpe de anoche.
Me levanté y me miré en el espejo, estaba un poco morada la zona golpeada, pero supuse que una pastilla para ello lo solucionaría, revisé en mi cajón y justo había una, pero tenía mis botellas totalmente vacías.
Suspiré levemente.
Opté por salir de mi habitación a buscar agua y algo para comer, para que al menos mi encierro no sea morirme de hambre ni de sed.
Mientras bajaba las escaleras con lentitud mientras mí mano izquierda aún se hallaba en mí espalda baja haciendo masajes, recordé lo sucedido de anoche, no solo aquel beso... toda la salida.
Mí corazón comenzó a latir con rapidez a la vez que lo sentía cálido, no podía entender porqué sucedía inclusive si solo eran recuerdos, sonreí levemente ante cada momento que presenciamos juntos: las risas en los ensayos, cuando me compraba algo para desayunar, sus compañías hacia el castillo, las clases de defensa, las situaciones de peligro que siempre me salvaba y la fantástica cena de anoche.
Este sentimiento nunca lo experimenté, ni siquiera con aquel chico pelirrojo que trabajaba en el castillo, supongo que es porque ahora tengo motivos más razonables para estar... o sentirme atraída por Sunoo.
Su sonrisa llegó a mí mente, ¿cómo podía causar tanta ternura de manera natural? cuando las comisuras de sus labios se levantaban, sus pómulos hacia que sus ojos se achiquen, haciendo que parezca un niño en busca que le compren dulces.
Ahora los recuerdos de los pequeños acercamientos que tuvimos hicieron que detenga mis pasos al finalizar la bajada de las escaleras, saqué mi mano de la espalda analizando la última vez que lo tuve tan cerca.
El ataque de los peces espada, en ese momento me sentía impotente al no poder defenderme, pero aquella cercanía, más en específico su mirada fue lo que desvaneció ese sentimiento, fue mágico y muy en el interior quería estar así todo el día, sintiendo tranquilidad a su lado, riendo de la situación de la que me salvó.
Seguí el camino mientras recordaba su olor corporal, era muy adictivo, anoche lo sentí a pesar de la torpe situación.
No fue tan malo haber actuado de esa manera ahora que lo pienso.
Al llegar a la cocina, se acercó mi padre con un semblante serio y de brazos cruzados, logrando causar escalofríos en toda mi columna vertebral, señal de que pasó algo grave .
- Eunmin - llamó - ¿Cómo se te pasó por la cabeza atravesar las fronteras? - preguntó enojado, haciendo que el miedo se haga presente y me cuestione cómo diablos se enteró.
- ¿Qué? - dije confundida, si fue Sunoo quién le contó, juro que lloraría día y noche por semanas por traición.
- Un guardia te vió ser salvada por el guardia Sunoo al perseguir tu delfín - continuó y mis manos se formaron puños de impotencia - Ya lo llamé para que reciba su castigo por traición, por no haber puesto aquel acontecimiento en su informe -
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