chapter eight

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Luego de aquel acontecimiento de hace unos días, mi padre insistió en tener un guardaespaldas, le dije que me diera tiempo para pensar las cosas y se me ocurrió un magnífico trato, que creo que lo va a convencer de cambiar de idea.

- ¿Papá? - dije mientras lo buscaba en la biblioteca.

- ¿Ya tienes una respuesta? - preguntó levantándose de unos de los sillones, dejando el libro que estaba leyendo sobre una de las pequeñas mesas.

- Te tengo una propuesta, mejor dicho - frunció el ceño confundido.

- Te escucho - cruzó sus brazos, dando a entender que tengo su atención.

- En vez de tener un guardia que me siga a todos lados, podría pedir que me enseñe defensa personal - dije seriamente - Si lo analizas, será más efectivo aprender que seguir recibiendo protección de los demás - al notar su expresión que no lo convencía demasiado, suspiré levemente, cruzando mis brazos también - A lo que voy es... en caso de que salga un paseo y llegue a suceder algo, puedes quedarte tranquilo y no te preocuparás de si la ayuda llega a tiempo o no, podré mantenerme a salvo -

Se hizo presente un silencio un poco incómodo, claramente mi padre estaba pensando, aunque su gesto cambió a una más... convencida, estaba segura que al menos iba a pedir un tiempo para analizar mi propuesta.

- Si digo que sí, ¿en serio lo harás? - antes de que pudiera responder, él continuó - Yo te quise enseñar cuando eras una niña y no duró ni una semana, ¿puedo confiar en que esta vez realmente lo harás? -

- Si, prometo que lo haré - respondí inmediatamente, aunque de pequeña no me interesaba en lo absoluto aprender, ahora me importa, no quiero perder mi libertad ni mi privacidad.

Eran las cinco de la tarde y estaba en el jardín jugando con BinBin, quién ya tenía su aleta completamente curada, al igual que mis heridas.

- Señorita Eunmin - escuché la voz de Sunoo y me dí la vuelta, hicimos una leve reverencia en manera de saludo - Sigame al campo de prácticas, por favor - asentí levemente con la cabeza y salimos del castillo para dirigirnos a dicho lugar.

Al llegar, el pelinegro se sacó la armadura para así agarrar dos tridentes de madera, me parecía un poco infantil pero supongo que es la base.

- Empezaremos con el uso de armas, luego batalla de cuerpo a cuerpo, ¿le parece bien? - habló, sonreí levemente en manera de aceptación.

- Estamos solos, no hace falta la formalidad - aclaré, el contrario soltó una leve risa y sacudió levemente sus hombros, supongo que para relajarse.

- Está bien, empecemos -

Pasó aproximadamente una hora y aún me costaba manejar con rapidez y precisión el arma, me estaba frustrando pero intentaba calmarme, ya que era el primer día recién.

Tomamos un descanso y comencé a regular mi respiración, si me canso moviendo un tridente de madera, no me quiero imaginar cuando pase a practicar a uno de metal pesado.

- Aprendes rápido, pero te falta - se sentó al lado mío el mayor con una pequeña sonrisa de orgullo.

- Mejoraré lo más rápido que pueda -

- No hace falta que te exijas demasiado, no hay apuro -

- ¿No te molesta enseñarme? apenas tienes tiempo para descansar y ahora debes influenciar tu aprendizaje en alguien más - hablé con un tono poco molesto, de repente me sentía... culpable.

Pero ese sentimiento se esfumó al sentir sus caricias en mi cabello, lo miré de inmediato.

- No me molesta en lo absoluto - sonrió ampliamente, haciendo que sus ojos se achiquen por sus pómulos, nuevamente mi corazón se sintió cálido ante su agradable gesto.

Eran las 8 de la noche y ya estaba volviendo al castillo acompañada de Sunoo en silencio, me encontraba totalmente agotada y con un poco de hambre.

- Gracias - susurré repentinamente, el contrario se giró a verme, al parecer no me había escuchado bien - D-Dije gracias - repetí un poco torpe, haciendo que él suelte una baja risa.

- No hay de qué - retomó el camino pero yo quedé quieta en mi lugar, inesperadamente empecé a sentir aquella inseguridad que tuve con el primer chico que me gustó, ¿y si Sunoo aceptó enseñarme para intentar robar?

Moví ligeramente mi cabeza de lado a lado, intentando negar ese pensamiento sobre el pelinegro, sentí un toque en mis hombros y desperté de mis pensamientos.

- ¿Todo bien? - preguntó con una mirada que hacía entender que estaba preocupado.

- Oh, si, todo bien - sonreí levemente y continuamos el camino.

Esa no era mi respuesta, pero no podía decirle la verdad, sería incómodo y... me aterra admitir que me siento atraída por él.

love in atlantis ლ sunoo ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora