16| Pues a mí no me molestaría estar con alguien torpe

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Al llegar al lugar del evento, tomo aire y me preparo mentalmente para entrar al salón

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Al llegar al lugar del evento, tomo aire y me preparo mentalmente para entrar al salón. Sentir la mirada de varias personas sobre mí no es precisamente mi sueño más deseado. Al contrario, tengo los nervios de punta y me tiemblan un poco las manos.

El ambiente del salón está electrizado por risas y voces altas. En el centro de la pista las luces son lo más importante, y el DJ logra ambientar todo de manera alucinante.

Algunos chicos bailan enérgicamente en el centro de la pista, mientras otros conversan alrededor, disfrutando de la noche. Además, hay algunos profesores custodiando a los alumnos, y el comité del baile fijándose en algunos detalles.

La música retumba por todo el espacio, y las luces de colores variados parpadean al ritmo de esta última creando un efecto casi hipnótico. Hay mesas dispersas para la gente, y otras aparte con ponche de frutas y bocadillos dulces.

Con el corazón galopándome fuerte en el pecho entro al salón, sintiendo cómo la música vibra en el aire, retumbando también en mis oídos.

Mis ojos se deslizan por la multitud en busca de caras conocidas. Por Dios, es demasiada gente. De repente alguien entrelaza su brazo con el mío, y relajo los hombros al ver que es Reni dedicándome una sonrisa.

—¡Déjate llevar! —exclama Renata, con su entusiasmo característico—. La noche es corta, cuando menos lo notes estarás bailando en la pista —sus ojos se iluminan cuando percibe algo.

Dirijo mi vista hacia dónde va la de ella y veo una zona de fotos completamente adornada al estilo otoñal. Luces cálidas, hojas naranjas y rojas, y un fotógrafo haciendo su trabajo.

—Sí —dice al instante cuando amabas hacemos contacto visual—. Necesito fotos contigo y los demás.

Haciendo caso a su pedido dejo que me arrastre a aquel lugar para tomarnos algunas fotos. Mientras lo hacemos, la sonrisa perfecta de Renata es algo que no puedo ignorar, y su forma de ser tan... hegemónica. No tiene un ángulo malo, no hay forma de que exista imagen en la que no parezca modelo.

Y aunque me siento un poco incómoda frente a la cámara, una especie de bicho raro al lado de la rubia, trato de disfrutar el momento. Después de todo, es parte de la experiencia del baile, ¿no?

Natt se une a nosotros, y juntos nos dirigimos hacia el centro. La pista con luces coloridas y máquinas de humo. La música inunda el ambiente, palpitante y vibrante, llenando el espacio con su energía contagiosa.

Observo cómo los demás bailan desinhibidos, sumergidos en la alegría del momento. Reni, con un gesto espontáneo, se suelta el cabello y me anima a sumarme.

—¡Anda, linda! Que pareces adorno así quietecita.

Me tiende ambas manos, y me quedo dudando en si tomarlas o no. Ella las aprieta repetidas veces, como invitándome a aceptarlas. Y a regañadientes lo hago.

Qué Asco El AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora