Prologo

173 11 2
                                    

¡¡¡LO SIENTO MUCHO SEÑOR MIDORI...!!!- no pudo terminar al haber  sido callado de un fuerte golpe en la cara.

En una sala oscura,  podemos ver a hombre de unos 48 años, pelo negro y de unos ojos rojos con la pupila rasgada, y con cuatro pacas en cada mejilla, golpeando con brutalidad a un sujeto amarrado en una silla, este se encontraba irreconocible, su cara había sido desfigurada de tantos goles.

-Puedes pedir perdón todo lo que quieras, pero tú ya eras un cadáver desde el maldito instante en que recibí, la noticia de que por tu culpa mi esposa, la madre de mis hijos había muerto-dijo con rabia e irá en sus palabras.

Aquel tipo solo pudo ponerse a llorar al saber lo que venía, el pelinegro se acercó, se inclino y puso ambas manos en cada lado de la cabeza del sujeto, para luego decir.

-Peto estoy totalmente seguro de que Dios si te perdonara-dijo el pelinegro para luego torcer la su cabeza con tal brutalidad que dejó al cadaver mirando hacia atrás.

Los pocos presentes en la sala, se quedaron mirando a su jefe el cual se quedó viendo el cadaver, ninguno de lo tres tuvo el valor de pronunciar siquiera una sílaba, puesto que sabían que su jefe estaba no solo dolido por la perdida de su esposa, si no que también estaba fuera de sus cabales por la ira, solo se quedaron quietos en su posición esperando órdenes, rogando porque su jefe no se desquitara con ellos, pero todo el silencio fue interrumpido por las palabras “Mi señor”, dos de los guardias voltearon a ver a su compañero que había tenido las pelotas de interrumpir los pensamientos de su jefe.

Pobre imbécil.

Ahora había un cadáver más en la sala, ambos matones voltearon a ver a su jefe, su camisa pantalón y zapatos de vestir, habian sido arruinados por  la sangre, su cara llena de sangre y sus ojos verdes habían cambiado a un rojo con la pupila rasgada. Vieron como su jefe apuntaba el arma omisida hacia  uno ellos, el pelinegro lo miro y dijo.

—si no quieres ser el siguiente desaste de los cadáveres y consígueme un traje nuevo—y en menos de un segundo el solo quedaron dos personas en la habitación.

El pelinegro miro a su empleado restante y dijo.

—Tu... Sirve de algo y desaste de los cuerpos—dijo mientras se apoyaba de la pared.

Se sentó en la silla donde antes yasia el cadáver de la persona que debía cuidar a su difunta esposa, vió como su empleado se llevaba los dos cuerpos a rastras, debía admitir que nunca se espero que tan solo ayer lo llamarán, diciendo que esposa murió en un robo en el centro comercial, tampoco se imagino que hoy día domingo, día que debería estar dedicando a Dios, lo iniciaría matando personas insignificantes para el, envés de estar ahí debería estar en el funeral de su esposa consolando a su hija, pero debía hacer pagar a uno de los culpables, en cuanto a los otros, su jefe de seguridad y mejor amigo se encargaría y sabía que podía contar con su hijo mayor Izuku, el se encargaría del funeral y de consolar a hija.

Tanto pensar en su esposa le hizo sentirse triste, estaba solo así que se daría el lujo de derramar unas cuantas lágrimas en memoria de su difunta esposa, sin embargo fue interrumpido por el sonido de la puerta al ser abierta.

—¿Te encuentras bien Hisashi?—dijo un hombre alto de cabello color naranja canoso, ojos azules y piel blanca que vestía de un traje negro y se notaba que debía tener más de cuarenta años.

El ya identificado como Hisashi, se quedó viendo a su único empleado que tiene permiso llamarlo por su nombre, su jefe de seguridad. Roshi Kendo.

—No muy bien, no he dormido nada—dijo pasando su mano derecha por la cara—¿Te encargaste de lo otros tres desgraciados?—

El Héroe, el Mafioso y el Diablo Donde viven las historias. Descúbrelo ahora