Las historias solo terminan donde el autor firma concluido, pero la realidad es que jamás concluyen. Estas siguen y siguen, viviendo detalles y momentos especiales que solo los lectores pueden imaginar en sus pensamientos. No todo será bueno, porque nada lo es siempre, pero permanece la idea y la promesa de que habrá un futuro mejor, una anécdota mejor o un sueño que hizo a amabas llorar y desear más.
El amor es como el ruido de todos los momentos unidos reproduciéndose simultáneamente cada instante, pero también es un ruido blanco, un amor blanco; cálido, tranquilo, protector y confidente, listo para tomarte del corazón y arrastrarte con los dientes, como un títere esperanzado, lleno de buenas intenciones y plenitudes, preparado para resistir cualquier cosa con el leal amor que se tiene.Esta historia trató de las palabras malas contra las buenas, la promesa y esperanza de algún día encontrar algo tan fuerte y conmovedor como un amor blanco, encontrar con quien compartir la paz y la confianza que reside en nosotros. Aún cuando se comen las galletas de dinosaurios al final de la alacena.
—Juro que si encuentro otro paquete escondido en el inodoro, vetaré las galletas de dinosaurio.
Pero es dulce, compacto y salvaje.
Cuando Kara acaricia la línea marcada en la mandíbula pálida o cuando su mano serpentea en la espalda descubierta y bañada en rayos de sol.
—Amo cuando no paras de hacer eso.
—Lo se.
Y mientras Lena disfrutaba las caricias, Kara disfrutaba sentir la piel aterciopelada y caliente que tanto le gustaba tocar ó, cuando Kara llega cansada del trabajo y Lena la obliga a quitarse su camisa y acostarse boca abajo, para así comenzar a masajear los músculos enredados (Lena jamás dejará de admitir que es una excusa para tocar la espalda de su esposa). Al final, Lena no podría evitar deslizar sus manos y agacharse para besar la cansada espalda de Kara.
Aunque hubiera peleas, cuando las lágrimas y los desacuerdos las hacen hablar en cada extremo de la habitación, cuando siempre vuelven a la otra y lo reconocen con una mirada tranquila que solo grita un lo siento, por favor ven aquí.Una mañana, cuando el despertador de Lena le beso el hombro fue imposible levantarse con una sonrisa y un gruñido adormecido, levantó su mano y rascó el cuero cabelludo de la mujer al frente de ella, Kara no pudo evitar llevar sus labios a la cicatriz de quemadura que se marcaba en las puntas de los dedos pálidos. Marca que Lena se hizo cuando en un accidente automovilístico se obligó a retirar la presión de la pulsera de plata que pudo haber cortado la circulación en la mano de Kara. Tuvo que recuperarse como una persona normal, pero nunca se arrepintió de haberlo hecho. Kara susurró:
—¿Quieres tomar un baño conmigo y después desayunar? —Lena se estiró y maravilló a Kara en el proceso.
—Me miras como si no estuviera todavía hinchada y despeinada. —dejó caer sus brazos y sintió como Kara serpenteaba su mano sobre su abdomen. Los ojos de Lena se cerraron y se sumergió en la bruma de las sensaciones placenteras que sentía, o la anticipación que la hacía respirar pesado cuando el cuerpo bronceado se movía con paciencia por debajo de las sábanas, besando sus costados y junto debajo de su vientre o lugares demasiados específicos para hacerla tomar grandes bocanadas de aire. Tomaron una ducha y mientras Lena vestía de colores neutros y muy oscuros, Kara llevaba jeans apretados y un abrigo claro que resaltaba su cabello; con lentes oscuros entraron a un restaurante con música relajante y olores espectaculares, se sentaron en sillas cómodas que pertenecían a una mesa extensa y esperaron, sus amigos llegaron y no tardaron en tener una conversación agradable.
—Yo no lo se, pero me pareció... demasiado al azar. Quiero decir, ¿quién intercambia un cocodrilo por una campana de cocina? —susurró Winn Schott. Un amigo cercano de Kara, dulce, delicado, nerd y un lobo beta... queer, se conocían desde muy jóvenes pero, se separaron cuando el padre de Winn fue llevado a juicio y luego encarcelado por envenenar a su jefe, su madre tomó la decisión de dejar el pueblo y al parecer ir a la ciudad, donde él al final terminó siendo un gran informático.
—El señor Richard dijo que era un cocodrilo bebé, muy dócil y amable. —contestó Samantha, resaltando lo importante de la conversación. Samantha comenzó siendo la mano derecha de Lena en la fundación, ayudándola y apoyándola con cualquier proceso o administración, pronto se volvió indispensable en su puesto, como en la amistad de Lena. Descubrió que Sam era madre soltera, trabajadora, humana y amorosa con su hija Ruby quien solo sonreía y adoraba abrazar a la jefa de su madre. Lena se permitió encariñarse con la calidez y la pureza que parecían desprender cuando conocieron a Kara por primera vez y la pequeña niña ni siquiera respingó, en una ocasión mientras levantaba sus hombros dijo: ¿Qué? Mamá una vez tuvo un romance con la mujer enfrente de nuestro antiguo departamento, creyó que no me di cuenta. Lena con una sonrisa, descubrió que la niña con el mechón azul, no era tan pequeña después de todo. Así como también su mejor amiga tenía algunas cosas que contarle. Cuando los pedidos de platillos con carne fueron siempre muy constantes, Sam se preocupó de que Lena pudiera llegar a padecer enfermedades cardiovasculares por un incremento en su colesterol, fue una noche después del trabajo duro que le reveló la verdad detrás del telón supernatural. La primera pregunta que obtuvo fue: ¿Los vampiros existen? Luego fue seguida de: ¿Brillan como Eduard Cullen? Lena respondió todas las preguntas amablemente.
Lena tapó su boca mientras se reía por lo bajo y masticaba lo más saludable y bueno de un desayuno.
—Sigue siendo extraño, Sam. —comentó Eve con una sonrisa atragantada mientras metía un pedazo de pay a su boca. Eve era una amiga de Lena, una de las mujeres detrás de la fundación, una buena compañera cuando se trataba de traer nuevas ideas y proyectos. Ganó la confianza de Lena cuando una noche en su oficina un hombre armado logró entrar y burlar a los guardias, Eve se puso entre Lena y el arma cuando el hombre gritó y apuntó a la Luthor. Eve cerró sus ojos cuando el fuerte sonido del arma siendo activada la hizo estremecerse, se sorprendió cuando Lena tomó la bala y se recuperó casi de inmediato, Eve prometió guardar el secreto desde ese día.
—Yo aceptaría el trueque, siempre quise un cocodrilo. —ofreció Alexandra levantando sus hombros y recargándose en su silla. La hermana de Kara, biológica por la parte de su padre adoptivo. Alexandra es una médica general recién egresada del hospital de Seattle, por cosas del destino terminó sabiendo que tenía un padre en el sur de california, encontró donde vivía y terminó contactando a Kara, la cual parpadeó varias veces antes de creer que tenía una hermana. El inicio fue duro pero conectaron con tanto amor que Lena sentía que lagrimeaba mientras las veía sonreír juntas.
—Lo se, lo se. Tendrás tu cocodrilo algún día. —la mano de Kara se posó sobre la Alex, asintiendo cómicamente.Continuaron hablando de cosas triviales, olvidando el trabajo y la vida adulta, los pendientes y el cansancio al que probablemente se someterían con gusto una vez que la semana volviera a iniciar. Se reunieron en la casa de amabas y se despidieron una vez que la noche cayó y fue pretexto suficiente para que se retiraran. Una patas emocionadas las siguieron con exasperación cuando las dos comenzaron a subir los escalones, entraron a la habitación y se deshicieron de la ropa para solo tirarse sobre la suave cama y sentir un gran peso entre ellas dos, uno muy peludo. Ambas gruñeron con la cara contra las colchas limpias y gordas, Kara siempre había dicho que era como descansar sobre nubes. Se turnaron para lavar sus dientes y esperar a la otra en la cama, Kara fue la primera en acostarse.
—¿Kara, cariño? —susurró Lena, al cabo de unos minutos, metiéndose en las esponjosas colchas. Kara no respondió, Lena se acomodó en la única posición que sabía que era la única en que podría dormir: una almohada entre sus piernas y otra entre sus brazos. No pasó tanto cuando unos brazos la rodearon y la respiración exhaló en su nuca. —Te amo demasiado.
—¿Cuál pintor glaseado?
—Nada cariño, vuelve a dormir.
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Albus Amor
FanfictionÉsta es la extraña historia de Lena, una loba negra de pelaje brillante y motas blancas cuyo rastro no es solo sospechoso de hurtar presas que han caído en trampas puestas por los cazadores, sino también de atacar a seres humanos. Su cabeza tiene un...