Capítulo 6. Parte 1: Quiero decir. ¿Qué no era obvio?

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   Esta bien. Lena estaba en la cama retorciéndose distraídamente negando que algo le avergonzaba. Lo cual era algo tan natural solo me siento cansada pero ahora mismo iré a sentirme activa había dicho, mientras se ponía sus botas y ropa térmica para salir. Kara parpadeó repetidamente y miró a Lena salir de la habitación para bajar las escalares y abrir la puerta corrediza.
   —Oye, solo estaba bromeando. No tienes que irte de casa. —Kara bajó por las escaleras con una arruga entre sus cejas. Lena se volvería hacía ella y le diría:
   —Volveré, solo voy a tomar aire.
   Y Kara no insistió cuando Lena se dio la vuelta y desapareció sin llevar a Leah como siempre lo hace, ella suspiró aun con la arruga que fruncía su ceño y tomó un largo baño para relajar sus brazos. La noche cayó y Kara no veía rastro que hiciera alusión de Lena, ella caminaba por la casa en unas grandes pantuflas que fueron sustituidas por unas botas que usaba para salir al bosque, tomó un abrigo del perchero (el cual llevaba una semana entera sin haber visto el clóset) y salió por la puerta corrediza.
—¡Lena! —Kara gritó viendo cómo el humo salía de su boca y se reflejaba por la linterna de su celular. Caminó arduamente hasta que llegó al familiar lago, se preocupó cuando unas botas muy conocidas hicieron que se tropezara y casi cayera. —Lena.
Vio las huellas de sus pies perfectamente marcadas hasta la orilla, fue cuando levantó su linterna y pudo divisar el brillo característico que hace poco había conocido en los ojos verdes. Su celular se resbaló cuando vio la superficial desnudes.

Una noche cuando Kara se levantó por un vaso de agua, llevó su teléfono consigo, revisando distraídamente su correo mientras descendía escaleras y alumbraba el suelo, cuando subió fue una sorpresa cuando tropezó con su propio par de botas y la voz ronca de Lena preguntó por ella.
—¿Estas bien? —Kara se levantó y llevó su mano con su celular al frente, donde los ojos de Lena brillaron con el recordatorio lobuno que yacía en ella. Kara volvió a caer al suelo, esta vez la licántropo se levantó y caminó con precisión a Kara. —¿Te mareaste?
—Me tropecé pero tus ojos. —ofreció, con una voz interesada y sutil. Luego agregó. —Brillan.
—¿Así que no te sientes mal?—respondió llevando a Kara a la cama. Kara se acostó sin antes insistir de nuevo en el brillo. —Si, lo hacen. Ven a dormir conmigo.

Kara volvió en si cuando el aire sopló en sus mejillas y las sonrojó en la oscuridad. Por la imagen en su cabeza, Lena parecía haber salido del agua y descansar a la orilla del agua. Recogió su celular y lo guardó en su abrigo.
—¿Qué haces aquí? Por favor, dime que no estuviste en el agua. —Kara se acercó y descubrió que la luz de la luna era suficiente para ver la silueta de Lena.
—No te preocupes, es una costumbre. —contestó Lena en un tono bajo, un poco apretada ante el aire que casualmente tocaba su piel caliente.
—No puedes simplemente meterte al agua que, estoy segura, está helada y esperar a no resfriarte.
—De hecho puedo hacerlo sin resfriarme. ¿Por qué estás aquí? La que puede resfriase eres tú, deberías volver a tu casa. —la voz se tornó un poco más dura y regañona. A Kara le recordó al tono que usaba para contestarle de vuelta a su madre cuando le ordenaba quedarse en casa y no salir.
—Te recuerdo que es nuestra casa, donde ambas vivimos y deberíamos estar. ¿Por qué no volviste a tiempo para la cena? —preguntó suavemente, viendo cómo su humor tranquilo hizo suspirar el volátil en Lena.
—¿Ahora es que no puedo salir sin tu permiso? ¿Disfrutar mi tiempo a solas? —fue el turno de Kara para apretar su mandíbula como nunca lo hacía ante la respuesta de Lena, estaba confundida. Las cejas se fruncieron y los pulmones se llenaron de aire listos para responder de la misma manera, pero al final el aire salió y ella comenzó a quitar su abrigo revelando el overol encima de una blusa delgada de manga larga. Lena se levantó confusa. —¿Qué haces? Te puedes enfermar. ¿Por qué no me dejas sola?
Kara no respondió pero se acercó con la intención de rodear a Lena con el abrigo. Con paciencia lo sostuvo entre su manos cuando Lena dio un paso atrás. —¡Aléjate! Dije que regresaras a casa. —su voz salió nerviosa.
—¿Tu te irías si yo estuviera a medianoche en un lago y te lo pidiera? Ven aquí y déjame ponerte este abrigo.
—No entiendes, Kara. No puedo estar cerca tuyo. —las palabras de Lena parecieron abatir a Kara casi instantáneamente, así que agregó. —Solo por ahora.
—Esta bien, pero no me dejes preocupada y pretendas creer que me daré la vuelta y me iré.
—Estoy bien.
—Estás temblando, no estás bien.
—¡Bueno, es... es porque estoy desnuda! Solo quieres que vaya contigo para verme y cumplir tus sueños saficos.
   —¿Qué? —contestó Kara. —¡Tu eres quien apareció en mi sala de estar completamente desnuda!
   —Tal vez, pero estaba bien hasta que llegaste y me dijiste que volviera a casa porque: ya es demasiado tarde. —Lena usó su voz fastidiada y Kara solo tomó todo el aire posible para no responder de la misma manera.
—Lena. Estás en medio de un lago, semidesnuda.
—Si. ¿Y, qué? ¡También soy un licántropo y... estoy en celo! Ahora, por favor. ¿Podrías dejarme en paz?
Kara se quedó en silencio mientras veía como Lena se giraba y pasaba sus manos por su cabello, los pensamientos le llenaron la conciencia pero terminó diciendo:
—Si deseas privacidad, te la daré. Si quieres salir hazlo, disfruta si eso te hace sentir mejor pero... no te vayas. No deambules sola, no cuando la cena está lista y hay un plato para ti. —la voz fue vulnerable y eso hizo que Lena suspirara y se acercara con la cabeza gacha. Kara rápidamente envolvió el abrigo y abrazó a la mujer.
—Lo siento, por insinuar que eres una pervertida sexual y por irme
—Esta bien, esta bien. Hablaremos después. Volvamos a casa.

Tan pronto como llegaron, subieron las escaleras y Lena tomó una ducha tibia. Cuando salió con su ropa suave, se sintió adolorida y preocupada de la nula presencia de la rubia. Se acosto en la cama donde el olor la hizo sentirse mejor. Unas suaves pisadas llenaron de sonido la habitación, Lena ni siquiera levantó su mirada cuando un gran peso hizo que la cama se hundiera en un costado, hubo silencio mientras Kara mordisqueaba con su mano el pie de Lena, lo siguió amasando hasta que encontró las palabras y dijo:
   —Bueno... no es tan malo, quiero decir. Conozco una muy buena tienda de vibradores, y su envío es casi instantáneo, la última vez llegó en dos días. —Lena parpadeó ante todas las palabras que salían de la boca de su inocente Kara. Era tan surreal que no comprendió la oración.  —Ó eres más de... —ella pasó sus manos al rededor de su cintura e hizo algunas señas obscenas que Lena nunca imaginó presenciar.
   —Está bien, no hagas eso. —susurró con un repentino humor preocupado. Kara detuvo sus acciones con una sonrisa que se apagó instantáneamente y volvió a dejar caer su mano en el pie cubierto en la cama.
   —Lo lamentó. Haré lo que sea para que te sientas bien y cómoda pero, que te desaparezcas no es una opción, este es tu hogar. —recalcó, entonces Lena suspiró y se recostó, Kara al ver el estado de ánimo quitó sus pantuflas ruidosas y se levantó para sentarse a un costado de la cama, específicamente a un lado de Lena, hizo a un lado las cobijas calientes y afelpadas para meterse en ellas. Se serenó una vez que el escalofrío la recorrió con el calor en las manos y los pies fríos. —Estoy aquí para ti, no me iré a ningún lado. A menos que eso sea lo que realmente te haga sentir mejor. —Lena suspiró y se giró para ver los ojos azules de Kara, los cuales ahora se veían tímidos, cálidos y confiables; extendió su mano y tomó la libre de Kara, para calentarla con las suyas. Lena tomó aire pero dejó ir la idea, Kara insistió cuando levantó su cabeza y buscó la mirada verde, haciendo que Lena se rotara instintivamente hacia ella.
   —Me senti... agotada cuando te fuiste esta mañana y aún más cuando me separe de ti cuando llegaste, no estoy segura de querer que te vayas.
   Estaban tan cerca que las frentes se juntaron casi sin esfuerzo, Lena naturalmente se sintió embriagada ante la cercanía y el revoloteo de la mano de Kara en su espalda, masajeando tranquilamente, relajando el breve estrés que almacenaba.
   —¿Quieres que me quede contigo? ¿Eso te haría sentir mejor? —susurró dejando la presión de su mano en la espalda cálida para torcer un húmedo mechón oscuro que se revelaba entre los demás, lo dejó tranquilamente detrás de su oreja.
   —¿Sería tan malo si quisiera? —y Lena exhaló, exhaló el aire que la estaba mareando y relajando, casi adormeciendo.
   —¿Sería tan malo si yo también lo quisiera? —susurró Kara con una pequeña sonrisa, dejando caer su palma en la mandíbula caliente.
Lena miró los ojos de Kara, atenta y esperanzada. Observando cada detalle del rostro bronceado, las pequeñas pecas junto su piel sonrojada por el aire frío, la cicatriz horizontal en su ceja, el azul cristal de sus ojos, los rebeldes bellos rubios de su cabellera recogida, como se retraían sus labios cuando tragaba saliva y como parecían estar tan suaves las comisuras respingadas.
   —Me ire si te parece demasiado, si te es extraño o incómodo. No tienes que fingir, podrías decírmelo y lo entendería. —contestó Lena, dándole una salida a la tensión que se asentaba en el ambiente. Dándole una opción de negación a las muestras románticas que tanto habían insinuado sutilmente pero que ninguna atendía, quizás porque no tenían el valor o porque ella las imaginaba: eran muestras de amor entre amigas.
   —No digas eso. —calmó, jugando con el cabello negro que estaba a su alcance, rascando débilmente el cuero cabelludo y que sabía que Lena disfrutaba en secreto, la mano bajó para acariciar su brazo y de regreso su espalda volviendo al lugar inicial, su rostro. —Estoy, estoy tratando de decirte...lo mucho que me gustas. —las palabras salieron por lo bajo al mismo tiempo que la mirada azul se desvió, dejando en tensión el ambiente de su cercanía.
   Al no obtener respuesta, Kara se intentó alejar.

Albus AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora