Susurros de Vainilla

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El mudarnos a la nueva ciudad fue cosa de mi padre, y de su nuevo puesto de trabajo.

Odiaba esa situación, no quería escuchar a nada ni a nadie. Me escondía en mis auriculares, en mi música, eso era todo lo que quería oír, no quería más explicaciones que no llevaban a ninguna parte.

Cómo no, un nuevo instituto, tener que hacer nuevos amigos, ¡pues estaban listos! Me había negado a cualquier relación personal en aquel estúpido lugar. Había vetado todo lo que rodeaba a esa realidad.

Estaba sentado en mi nuevo pupitre, rodeado de aquellas personas que no me interesaba conocer, cuando un aroma a vainilla inundo el aula, y allí estabas, con tu pelo color zanahoria y esa risa que se oía por toda la sala.

Parecías tener todo controlado. Te acercaste hasta a mí y me saludaste como si me conocieras de toda la vida. Me di cuenta que el amor a primera vista sí existe. Durante todo el día estuve mirando cada gesto, cada palabra que susurrabas a los demás compañeros. Así permanecí varios días, observándote, viendo cómo te alejabas un día más sin poder decirte todo lo que me hacías sentir.

Por fin me he decidido, aquí estoy ensayando delante del espejo. Exactamente no sé lo que te voy a decir, pero de hoy no pasa. Tienes que saber que estoy loco por ti, que me muero por conocerte.



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