Capítulo 47

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VALENTIN

Me siento sobre el colchón y apenas tardo tres segundos en volver a ponerme de pie. Desde que mi padre y yo regresamos a Francia, no logro centrarme y por las noches me cuesta demasiado conciliar el sueño. Saber que estoy obligado a casarme con Nicolle, me consume por dentro y a medida que se acerca la fecha, me altero cada vez más. Pensar que en solo unos días estaré frente al altar, me mata. ¿Quién en su sano juicio obligaría a dos personas a casarse solo por el capricho de una de ellas? ¿Acaso no se dan cuenta de que estamos destinados al fracaso? Van a condenar a su hija a una vida de mierda, porque lo único que estoy dispuesto a ofrecerles es una firma. Me casaré como exigen, pero que se olviden de una vida conyugal porque ni siquiera tengo intención de dormir con ella.

Lo único que me ha mantenido cuerdo estos días es haber estado centrado en preparar la casa que recibirá hoy Valeria. Desde que estuve en su habitación y fui consciente de las dimensiones tan minúsculas que alberga, no he podido sacármelo de la cabeza. Me niego a permitir que conviva con mi hijo en un lugar así. Las casetas de los perros de mi vecino tienen más espacio que ella.

—Cariño. —Mi madre abre la puerta—. Ya está —sonríe—. Acaba de llamarme el tío Carlos. Ha salido todo según lo previsto y las chicas ya están dentro de la casa.

—¿En serio? —La emoción me embarga—. ¿Se ha enfadado mucho? ¿Ha protestado?

—No. —Sonríe de nuevo, pero esta vez lo hace con ternura—. Parece que las tres están muy emocionadas.

—Oh, Dios... —exhalo algo más calmado—. Por fin algo bueno.

Cuando regresé, hablé con mi madre sobre lo ocurrido y, tras disculparse por haberme ocultado el embarazo de Valeria, me explicó sus razones y solo pude entenderla. Desde hace meses, los padres de Nicolle no han parado de amenazarles y pensó que lo mejor era ocultármelo para no empeorar más las cosas. Cuando Nicolle y yo empezamos a salir, sintió alivio al creer que me estaba enamorando de ella y no quiso que nadie interviniera. Para entonces ya conocía cuál sería mi destino y sintió que, si todo fluía, nos evitaríamos el trauma. No es lo mismo casar a un hijo por amor que por obligación, aunque al final todo formase parte de la misma trama.

Sabiendo que no tengo escapatoria y que el futuro de todas esas familias está en mi mano, le pedí a mis padres como única condición antes de casarme con Nicolle, tener la certeza de que Valeria y el bebé estarían bien y, tras explicarles lo que quería, no dudaron en ponerse manos a la obra. Mi madre contactó con su hermano para que nos ayudase desde allí y, gracias a eso, no ha habido peligro de que nos descubran.

—Todo saldrá bien, cielo. —Acaricia mi espalda—. Estás haciendo lo correcto.

—¿Lo correcto? —Río con sarcasmo—. Lo correcto sería estar junto a Valeria.

—Lo sé. —Toma mi mano—. Debes ser fuerte, cariño. No nos queda otra opción.

—Si tan solo pudiese escaparme algún día para ir a verlos...

—Eso solo nos pondría en riesgo. Si llegasen a descubrirte, se acabaría todo y el sacrificio que estás a punto de hacer, no serviría para nada —suspira—. Piensa que a Valeria y al bebé no les faltará de nada. Papá y yo nos encargaremos de ello. Ya tenemos su número su cuenta bancaria y cada pocos meses pediremos que le hagan una transferencia.

—Mamá —exhalo agotado y busco refugio en ella—. ¿Cómo puede alguien arruinar la vida de otra persona así, solo por darle un capricho más a su hija? —No dejo de hacerme esa pregunta. Cada vez lo entiendo menos.

—Esto no es por capricho, cariño. —Acaricia mi rostro, apenada—. Es por interés.

—¿Por interés? ¿Qué interés pueden tener si con sus amenazas ya están consiguiendo todo lo que quieren?

Cupido, tenemos que hablarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora